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Domingo, 15 Junio 2025

La Semana Santa inicia con la celebración del Domingo de Ramos en que se recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.

Este día se realizan procesiones donde se usan ramos -en Costa Rica se usa palma, pero pueden ser otros tipos de plantas- como signo de que reconocemos a Cristo como Rey y como Mesías. Agitarlos o sostenerlos es signo de que creemos en Cristo. En este caso, los ramos son parte de la liturgia, recuerda el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia.

Después de la celebración, muchas personas se llevan las palmas benditas para su casa, lo cual está bien si se usan como proclamación de Cristo como Mesías; pero se debe tener claro que no son amuletos. Así, pueden hacer con ellas, por ejemplo, una cruz en la puerta para mostrar que son creyentes, pero no para alejar tormentas o “malos espíritus”.

Las palmas están benditas, por lo que si una persona necesita deshacerse de ellas puede quemarlas o dejarlas en la parroquia, pues son utilizadas para hacer ceniza al inicio de la Cuaresma, el Miércoles de Ceniza del próximo año.

Pero el Domingo de Ramos tiene otro momento fundamental: la lectura de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Es decir, se trata de un día en el que se celebran los dos momentos centrales del misterio pascual: la vida o el triunfo, mediante la procesión de ramos en honor de Cristo Rey, y la muerte, con la lectura de la Pasión correspondiente a los Evangelios Sinópticos, es decir, de Mateo, Marcos y Lucas, en cada uno de los ciclos, A, B y C (la de Juan se lee el Viernes Santo).

Recientemente ha resonado nuevamente en El Salvador y en toda Latinoamérica el Caso de Beatriz y otros vs. El Salvador, que refiere al de una mujer salvadoreña en situación de extrema pobreza, a quien en el año 2013 se le impidió acceder a un aborto.

Ante la situación, con el apoyo de grupos a favor de la práctica del aborto en ese país, se llevó adelante un proceso legal ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), cuyo fallo, con posibles repercusiones en todo el continente, tiene lugar hoy 22 y mañana 23 de marzo aquí en San José, donde está la sede de la Corte.

La Diócesis de Alajuela celebra con gozo la ordenación de dos nuevos diáconos transitorios que serán ordenados en la Catedral de Alajuela este sábado 18 de marzo por imposición de manos de su obispo diocesano Monseñor Bartolomé Buigues Oller.

Tenía las pastillas para abortar en la mesa, pero decidió no tomarlas, eran muchas emociones juntas, optó por tomar un baño de agua fría, abrió la ducha, justo cuando acercaba su mano al chorro para aclimatarse sintió por primera vez en su vientre una leve patadita, su bebé se estaba moviendo, y entonces lloró.

Milagro dijo sí a la vida y hoy es madre de dos niñas. Su historia puede ser la de muchas mujeres jóvenes que enfrentan un embarazo inesperado en medio de una situación difícil.

Ella fue dada en adopción a una pareja de estadounidenses, poco después de cumplir los 18 años se independizó. En algunos aspectos era muy madura para su edad, pero reconoce que desconocía muchas cosas, por ejemplo, algo tan sencillo como tomar un autobús.

Todo iba bien, estudiaba en la universidad, tenía novio y buena situación económica. Sin embargo, días después de terminar con su pareja descubrió que estaba embarazada. Era una noticia inesperada.

Sin una familia cerca, sin una red de apoyo y sin pareja, sentía que traer un hijo al mundo en ese momento no era lo mejor. ¿Cómo iba a cuidar a su bebé si tenía que trabajar? ¿Qué podía saber ella de criar a una niña pequeña? ¿Quién iba a ayudarla si necesitara algo?

Buscó en internet. Encontró dos sitios donde ofrecían ayuda a mujeres que quisieran abortar. Programó una cita en ambos para el mismo día, buscaba la alternativa más rápida y efectiva.

Primero se vio con alguien que le dio una bolsa de pastillas. Luego, llegó a lo que parecía una clínica, pero en realidad se trataba del Instituto Femenino de Salud Integral IFEMSI, un lugar dedicado, entre otras cosas, a brindar apoyo a mujeres con un embarazo inesperado.

Una colaboradora le explicó cómo es el crecimiento de un bebé desde la concepción, el procedimiento para realizar un aborto, así como las consecuencias físicas y emocionales.

Nunca olvidaré el día que vi al Papa Juan Pablo II por primera vez. Era marzo de 1983. Yo tenía nueve años. Junto a mis padres y hermanos, toda mi familia se reunió temprano a la vera del camino entre Heredia y San José para verlo pasar. Después de varias horas, dada la multitud que le esperaba en todo el recorrido, la caravana pasó frente a nosotros.

Ciertamente, tuvimos mucha suerte. La gente comenzó a cerrar la vía en busca de un lugar para tomar fotos. El papamóvil tuvo que bajar la velocidad, prácticamente se detuvo, y pasó casi pisándonos los pies. Entonces, tan solo separados por un cristal e irradiando un carisma extraordinario, Juan Pablo II me miró, me sonrió y me bendijo. Inmediatamente brotaron lágrimas. Ese momento quedará grabado en mi memoria por siempre. En cuestión de segundos el Papa había logrado hacerme sentir afortunado, seguro y bendecido.

Años después, al conocer testimonios similares, comprendí que este tipo de experiencias eran comunes. Karol Wojtyla tenía el don—propio de muchos santos—de hacer sentir especiales a quienes se le acercaban. Su capacidad para comunicarse y relacionarse con las personas a partir de una comprensión profunda de las motivaciones, los deseos y, sobre todo, las contradicciones del ser humano, fue una virtud que le permitió cambiar la historia. De hecho, Juan Pablo II fue un papa que elevó a niveles insospechados su liderazgo e influencia mundial al romper esquemas con total naturalidad, y así convertir supuestas contradicciones en bendición. Hay infinidad de ejemplos de esto. Señalo tres que me parecen especialmente significativos.

En primer lugar, demostró que “el pensar” y “el hacer” son virtudes que deben crecer juntas en la vida de todo ser humano. Por un lado, además de teólogo, filósofo, políglota y poeta, durante sus 26 años encabezando la Iglesia Católica el Santo Padre produjo—entre otros—14 Encíclicas, 15 Exhortaciones Apostólicas, 11 Constituciones Apostólicas, 44 Cartas Apostólicas, 5 libros y más de 20 mil discursos. En todos ellos, con magistral consistencia, resalta la fidelidad al Evangelio, y el valor y la dignidad de la persona humana.

Por otro lado, además de deportista y actor, Juan Pablo II fue el papa más viajero de la historia (visitó 133 países en sus 104 viajes pastorales internacionales, además de otras 146 visitas a lo interno de Italia). Igualmente, fue el Pontífice que ha compartido con mayor número de personas (celebró más de 1.000 audiencias generales semanales y recibió a más de 17 millones de fieles, entre los que se suman más de 500 jefes de Estado o de Gobierno), y el que ha proclamado más santos (482) y beatos (1.341) de todos los tiempos y de todos los orígenes.

En segundo lugar, a partir de potenciar similitudes y respetar diferencias, y de tener la sabiduría para considerar las dos versiones de todo conflicto, Juan Pablo II nos enseñó que con paciencia, humildad y tenacidad es posible la paz. El Papa fue un apóstol de la unión, un abanderado del ecumenismo. Así, tuvo acercamientos y lideró gestos históricos (su visita a la mezquita de Siria, a la sinagoga de Roma y su viaje a Israel fueron especialmente relevantes) con religiones tales como el Judaísmo, el Islam, el Budismo y, en general, con el Cristianismo, particularmente con los ortodoxos, los anglicanos y los luteranos, entre otros. Igualmente, se pronunció sin ambages y medió para apaciguar a gobiernos dictatoriales, buscar acercamientos en los conflictos de Medio Oriente, acabar con disputas en América Latina, conseguir auxilio para el drama africano, poner fin al comunismo y “humanizar” el capitalismo.

En tercer lugar, el Papa Juan Pablo II nos demostró que quien guía a los pueblos debe tener la capacidad de conciliar pasado y futuro al construir el presente. Más que un conservador o un liberal (calificativos que le molestaban), este gran Papa fue un “integrador” que se valió de sus dones y de los recursos que tuvo a la mano para sacar adelante la tarea que le fue encomendada por el Creador. Por un lado asumió posiciones—si se quiere—tradicionales en temas centrales como la ordenación de mujeres, el celibato sacerdotal, la sexualidad, la protección a la vida (aborto y eutanasia) y el fortalecimiento de la familia. Por otro, fue un Pontífice de avanzada en el respeto a la diversidad cultural, en el manejo de los medios de comunicación (en especial la televisión y el Internet), y en la difusión focalizada de su mensaje al dirigirse a grupos específicos de la Iglesia y la sociedad. En este sentido, se valió de la tecnología para “hablarle” magistral y directamente, entre otros, a los niños, los jóvenes, las mujeres, los ancianos, los matrimonios, las familias, los sacerdotes y los gobernantes.

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