Al menos un cuarto de la población mundial sufre a causa de la soledad. Es decir, prácticamente una de cada cuatro personas alrededor del globo, más de mil millones de seres humanos, se siente muy o bastante sola. Es el abrumador dato revelado por la encuesta de Meta-Gallup, realizada en más de 140 países.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa además que las personas perjudicadas por la soledad y el aislamiento social corren mayores riesgos de sufrir problemas tales como ansiedad, demencia, depresión, tendencias suicidas o ataques al corazón.
De hecho, un estudio titulado “Nuestra epidemia de soledad y aislamiento” (Our Epidemic of Loneliness and Isolation) comparó el impacto de la soledad con fumar 15 cigarrillos al día.
Es tal la situación que la Organización Mundial de la Salud anunció en noviembre la creación de una comisión de expertos. De igual forma, hay países que han decidido implementar políticas públicas al respecto.
Por ejemplo, el año pasado el estado de Nueva York, Estados Unidos, nombró a una embajadora de la soledad para ocuparse de este tema; y desde el 2018, Reino Unido cuenta con un ministro para la soledad.
En mayo de 2023, el Dr. Vivek Murthy, portavoz de salud pública del gobierno de Estados Unidos, emitió un comunicado en el que advertía sobre lo que llamó una “epidemia de soledad, una crisis de salud pública subestimada que daña la salud individual y social”.
De acuerdo con la OMS, el aislamiento social (la falta de suficientes de relaciones sociales que provoca soledad) y el dolor de no sentirse vinculado socialmente están muy extendidos.
Todas las edades
Asimismo, la Organización Mundial de la Salud informa que, contrariamente a la creencia de que el aislamiento y la soledad perjudican principalmente a las personas mayores en los países de ingreso alto, ambos problemas están presentes en todas las personas de todo el mundo, independientemente de su edad, y afectan a la salud y el bienestar de estas.
Sin embargo, los adultos mayores corren un mayor riesgo porque suelen vivir solos, han perdido a más familiares o amigos y tienen más probabilidades de padecer problemas físicos como la pérdida de audición, que puede impedirles relacionarse socialmente, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.
No obstante, “los jóvenes no son inmunes a la soledad. El aislamiento social puede afectar a cualquier persona, de cualquier edad y en cualquier lugar”, expuso Chido Mpemba, Enviada para la Juventud de la Unión Africana.
De acuerdo con los resultados de diversos estudios, la OMS estima que entre un 5% y un 15% de los adolescentes padecen soledad, pero es probable que estas cifras representen una subestimación.
Precisamente, la desconexión social también puede empeorar los resultados educativos: los jóvenes que se sienten solos en la escuela secundaria tienen más probabilidades de abandonar la universidad.
Peligroso como el abuso de alcohol
La Organización Mundial para la Salud detalla que la falta de conexión social conlleva un riesgo equivalente, o incluso mayor, de muerte prematura al asociado con otros factores de riesgo más conocidos, como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la inactividad física, la obesidad y la contaminación del aire.
El aislamiento social -detalla la OMS- también tiene un grave efecto en la salud física y mental: diversos estudios muestran su relación con la ansiedad y la depresión y cómo puede incrementar el riesgo de enfermedades cardiovasculares en un 30%.
El Dr. Vivek Murthy, director general de Sanidad de EE.UU. “Durante demasiado tiempo, la soledad ha existido detrás de las sombras, invisible e infravalorada, siendo impulsora de enfermedades mentales y físicas”, afirmó.
Los jóvenes no son inmunes a la soledad. El aislamiento social puede afectar a cualquier persona, de cualquier edad y en cualquier lugar.
“Envejecer no debería ser sinónimo de soledad”
El doctor en psicología, Dr. Jorge Valverde, posee más de 10 años de experiencia en la atención de población adulta mayor. Actualmente es el encargado de los procesos adaptativos y terapéuticos, relacionados con el ámbito emocional de los usuarios del Hogar Carlos María Ulloa, en San José.
Como se mencionó anteriormente, si bien la soledad tiene un impacto en la población de todas las edades, los adultos mayores tienen más riesgo de enfrentar esta situación. Al respecto, conversamos con el doctor Valverde. A continuación, un extracto de la entrevista:
¿Cómo manejan la situación de la soledad en el Hogar Carlos María Ulloa?
La soledad es un sentimiento usual en la población mayor, fomentado a nivel cultural como la edad de no ser productivos o perder capacidades tanto físicas como mentales. En el caso específico de personas institucionalizadas, se suma el estigma de que una residencia de larga estancia es para personas que no tienen que ofrecer nada más a una sociedad, además existe percepción de maltrato y que solo hay personas abandonadas o que sus familias no se pueden hacer cargo.
Si bien, es cierto, hay muchos casos de abandono familiar, dificultad económica, falta de redes de apoyo y maltrato familiar, también hay muchos casos de personas que toman su propia decisión de vivir en una residencia geriátrica por facilidad de abordajes terapéuticos y mejor atención biopsicosocial y espiritual.
Es por esa razón que la labor del hogar Carlos María Ulloa ha sido romper estos estigmas y darle una
nueva visión y misión en términos de envejecimiento. Se educa a familiares, estudiantes, personas mayores y población en general a que envejecer no es sinónimo de aspectos negativos. Al contrario, es una oportunidad para seguir disfrutando en plenitud la vida. Envejeciendo dignamente y con calidad de vida.
Y ¿cómo tratan propiamente los casos de personas que se sienten solas?
Durante los primeros tres meses de institucionalización aproximadamente, las personas experimentan un proceso de adaptación que por lo general es positivo, donde se les brinda acompañamiento psicológico y, en conjunto con el equipo interdisciplinario que conforma el Hogar Carlos María Ulloa, se buscan estrategias para que cada persona con sus particularidades logre adaptarse al nuevo entorno y, así, brindar herramientas emocionales para el afrontamiento. Se debaten ideas irracionales, mitos, estigmas relacionados con el envejecimiento y se da un nuevo significado al envejecimiento activo, pero no solo con personas funcionales, sino
que también se toman en cuenta la amplia gama nos caracteriza como personas.
Contamos con gran cantidad de actividades socio-recreativas y terapéuticas, se brinda acompañamiento psicológico continuo, se fomenta mucho la ocupación de las personas para que sigan siendo y sintiéndose productivos para la sociedad y el entorno.
¿Qué mensaje le da al respecto a quienes lean este reportaje?
Considero que la sociedad va por buen camino en temas de envejecimiento, pero se deben doblar esfuerzos para concientizar, promover, educar y quitar estigmas de que envejecer es algo negativo. Al contrario, envejecer es un privilegio que se debe disfrutar al máximo y cada persona debería de gozar de herramientas para sobrellevar las dificultades, así como en cualquier otra etapa de vida se presentan.
Es necesario el acompañamiento familiar, informarse de patologías que se presentan en esta etapa de vida para lograr una mayor compresión y así dar un mejor abordaje a las situaciones. Y tener en cuenta que institucionalización no es sinónimo de abandono.
Envejecer no debería ser sinónimo de soledad. Debería ser sinónimo de disfrute, de plenitud y encontrarle un sentido a la etapa de vida que se está viviendo, pero eso solo se logra si como sociedad logramos enmarcar la vejez como una etapa normal de vida, alejada de estereotipos de belleza o funcionalidad.
