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Mons. Bartolomé Buigues: “El mayor enemigo es creernos perfectos”

By Marzo 26, 2024

“No nos avergoncemos de nuestro pecado, si lo vivimos en relación con el Señor, quien está siempre dispuesto a perdonarnos”, dice Mons. Bartolomé Buigues, obispo de Alajuela. Este es un Tiempo para acercarnos al Señor, de manera particular por medio del Sacramento de la Reconciliación. Por esa razón, Monseñor habla sobre esta gracia, el sentido de la confesión de los pecados y el Perdón de Dios, dado por el sacerdote en Nombre del Señor.

 

¿Cómo explica de manera sencilla qué es el Sacramento de la Reconciliación?

Es uno de los siete sacramentos de la Iglesia Católica. Un sacramento es un signo sensible, realizado por la Iglesia, que comunica la Gracia, el Amor de Dios que transforma nuestra vida. En el caso del Sacramento de la Penitencia, a través de la confesión de los pecados, por parte del penitente, y la imposición de manos con la fórmula del sacramento que realiza el sacerdote, se comunica la misericordia del Señor, quien perdona al pecador y, asimismo, le permite restablecer plenamente la amistad con Él y su capacidad de amar a los que le rodean.

¿Consiste solo en llegar y decir nuestros pecados? ¿Cuál es el sentido de todo esto?

La confesión propiamente es la manifestación que hacemos de nuestros pecados ante el sacerdote. Va precedido por un examen de conciencia que sirve para reconocer nuestras actitudes concretas de pecado y por un acto de arrepentimiento, en el que nos pesa haber pecado y, además, reconocemos el efecto nocivo de esto en nosotros.

Con esos movimientos, se pasa a la confesión ante el sacerdote. Es obvio que, sólo al reconocer nuestros pecados y al estar arrepentidos de ellos, podemos tener la disposición necesaria para recibir el perdón de Dios. Decir los pecados al sacerdote forma parte del deseo de perdón de los fieles que se confiesan y de la confianza en que Dios les perdona en ese sacramento por medio del sacerdote.

Algunos dicen: “¿Por qué me tengo que confesar con otro pecador?” o “Yo me confieso con Dios?” ¿Qué respondería a eso?

 Dios ha actuado siempre entre nosotros a través de instrumentos que, unidos a Él, nos manifiestan su presencia. Cristo escogió a los apóstoles y les concedió el poder de actuar en su nombre para regalarnos su Palabra y los sacramentos, para animar en su nombre la Iglesia. Nosotros recibimos todo de la Iglesia, a través del bautismo el Espíritu nos ha unido a Cristo y nos permite crecer en la fe, caminando con la comunidad y enriqueciéndonos con la Palabra y los demás sacramentos. Al margen de la Iglesia no hay sacramentos.

Puedo relacionarme personalmente con el Señor y pedirle perdón y seguro que Él me escucha siempre, pero nos ha dicho que es en el sacramento de la Penitencia donde podemos experimentar patentemente el regalo de su misericordia que nos perdona. Los fieles vemos, en el sacerdote, una mediación del Señor que nos perdona. La Confesión se da en un ámbito muy especial de encuentro del penitente con el Señor, por eso exige del sacerdote el secreto de todo cuanto escucha. Es tan absoluto ese secreto que el sacerdote nunca lo violaría, aunque la ley civil le obligara a ello. 

¿Cree que a veces nos centramos únicamente en el pecado y no en otros aspectos más ricos del Sacramento de la Reconciliación?

Como he dicho antes, el Señor nos perdona siempre que se lo pedimos, si estamos bien dispuestos y tenemos que hacerlo en nuestra oración personal de cada día. Periódicamente es bueno que acudamos al Sacramento de la Penitencia. En el sacramento tienen que vivirse esos momentos de examen de conciencia, arrepentimiento de los pecados, confesión de ellos y cumplir la penitencia que nos ponga el sacerdote como un signo de reparación y aceptación del perdón. Cuando el sacramento se vive con mayor disposición de tiempo, el sacerdote lee al penitente una cita de la Palabra de Dios para motivar. Al final siempre debe vivirse una actitud de agradecimiento por el inmenso regalo de la misericordia del Señor que nos libera y sana de las heridas del mal.

¿Qué pasa si después de confesarme vuelvo a pecar?

Claro que volvemos a pecar porque somos limitados y frágiles. En la confesión hay siempre un propósito de tratar de evitar el pecado o de limitar al máximo su influencia en nosotros, pero es evidente que somos especialmente débiles en las actitudes de pecado que manifestamos.

Es suficiente que hagamos un trabajo consciente para, además de evitar al máximo el pecado, crecer en actitudes de amor que manifiestan el Amor de Dios en nosotros. Pecado es toda manifestación del mal que se opone u obstaculiza el amor. En el Sacramento reconocemos nuestro pecado a la luz del Amor de Dios y nos sentimos animados por Él, a través del sacerdote, a crecer en amor. Y después de un tiempo prudente y de examinar nuestra conciencia, nos damos la posibilidad de vivir de nuevo el Sacramento de la Penitencia.

¿Podemos entender el Sacramento de la Penitencia como una manera de reconocer ante Dios que necesitamos de Él para vivir de una manera plena?

Toda la vida espiritual se basa en eso, en reconocer nuestra fragilidad y limitación y abrirnos al Amor de Dios que quiere librarnos del mal que nos causa muerte. El mayor enemigo es, por tanto, creernos perfectos, autosuficientes y pensar que nos bastamos a nosotros mismos, porque así nos quedamos encerrados en nuestra nada. Es un regalo del Señor el reconocimiento de nuestros pecados, porque así podemos acudir a Él y sentir su misericordia. No nos avergoncemos de nuestro pecado si lo vivimos en relación con el Señor, quien está siempre dispuesto a perdonarnos.

Danny Solano Gómez

Periodista, licenciado en Producción de Medios, especializado en temas de fe católica, trabaja en el Eco Católico desde el año 2009.

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