“Como todas las revoluciones, también ésta basada en la inteligencia artificial plantea nuevos desafíos, entre ellos evitar que las máquinas contribuyan a difundir un sistema de desinformación a larga escala, e impedir que aumenten la soledad de quien ya está solo privándonos de ese calor que solo puede dar la comunicación entre personas”, se lee en la nota vaticana.
Es esencial -se puntualiza- “orientar la inteligencia artificial y los algoritmos, a fin de que se forme en todos una conciencia responsable del uso y del desarrollo de estas nuevas formas de comunicación que se suman a las de las redes sociales y a las de Internet. Es necesario que la comunicación se oriente hacia una vida más plena de la persona humana”.