Donde hay un corrupto siempre hay un corruptor y el peso de la ley tiene que caer por igual sobre quienes creen que Costa Rica es una bolsa de monedas que pueden seguir saqueando hasta la eternidad. Tiene razón el pueblo de estar enojado, tiene razón la gente de no querer saber nada de los políticos, tienen razón las personas honestas de dudar y de temer cuando pagan sus obligaciones.
En medio de una pandemia como la que estamos viviendo, haciendo esfuerzos titánicos para salvar la vida de quienes enferman, con los niveles de desempleo, de pobreza y de hambre que hay en este país, escándalos de corrupción como estos son una ofensa y una bofetada en la cara de los que sufren las consecuencias físicas y económicas de este mal.
Las noticias que llegan desde las esferas judiciales tampoco son de mucha esperanza, con fiscales y otros funcionarios apartándose del caso por tener relación directa con personas implicadas. ¿Se hará justicia realmente o estaremos nuevamente frente al circo vergonzoso de la impunidad?
Pero a pesar de la indignación, no debemos generalizar. Hay funcionarios públicos extraordinarios, honrados y capaces, valientes, como esos dos empleados rasos del CONAVI que tuvieron la fuerza para acercarse a los oficiales del OIJ y contarles lo que habían visto y oído sobre la corrupción reinante en esa dependencia, denuncia que dio pie a la investigación cuyos resultados ahora conocemos.
Hay también empresarios privados correctos, que no pagan sobornos, y seguramente por eso no tienen el nivel de contratos de otros, pero que duermen tranquilos por las noches, pueden mirar a los ojos a sus hijos y nunca temen que la policía los levante de la cama.
Todos ellos y ellas son la esperanza de nuestro pueblo, son personas que movidas por su fe o por sus principios, encarnan lo mejor del ser costarricense. Con ellos nos quedamos, no con los corruptos sinvergüenzas, sino con los trabajadores íntegros, con los empresarios honestos y con todos los que quieren de verdad sacar a Costa Rica adelante.
Si la corrupción es señal de la acción del mal en el corazón de las personas, la integridad es muestra de que el bien puede más, que siempre está por encima de la perversidad y siempre sale victorioso de esta lucha que marca nuestros días en el mundo.
Hacer las cosas correctamente, buscar el bien y la verdad son el camino correcto, siempre y en todas partes. Nunca lo olvidemos.
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