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Jueves, 02 Mayo 2024
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Memoria: 22 de noviembre 

Las “actas” de la santa afirman que pertenecía a una familia noble de Roma y que fue educada en el cristianismo. Solía llevar un vestido de tela muy áspera bajo la túnica propia de su dignidad, ayunaba varios días por semana y había consagrado a Dios su virginidad. Pero su padre, que veía las cosas de un modo diferente, la casó con un joven llamado Valeriano.

“Los avances en el campo de la IA (Inteligencia Artificial) están teniendo un impacto cada vez más profundo en la actividad humana, la vida personal y social, la política y la economía”, por lo que el tema del mensaje del Papa Francisco para la próxima Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero de 2024, anunciado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral el martes 8 de agosto, será “Inteligencia Artificial y Paz”.

“El Papa Francisco llama a un diálogo abierto sobre el significado de estas nuevas tecnologías, dotadas de un potencial disruptivo y de efectos ambivalentes”, subraya el comunicado, resaltando “la necesidad de estar vigilantes y de trabajar para que en la producción y uso de tales dispositivos no arraigue una lógica de violencia y discriminación, a expensas de los más frágiles y excluidos: la injusticia y las desigualdades alimentan conflictos y antagonismos”.

La urgencia, por tanto, es “orientar la concepción y el uso de las inteligencias artificiales de manera responsable, para que estén al servicio de la humanidad y de la protección de nuestra casa común”, con la necesidad de extender esta reflexión ética al ámbito de la educación y del derecho. “La protección de la dignidad de la persona y el cuidado de una fraternidad efectivamente abierta a toda la familia humana son condiciones indispensables para que el desarrollo tecnológico contribuya a promover la justicia y la paz en el mundo”, añade la nota.

A propósito de la Jornada Mundial de los Pobres que se llevará a cabo el domingo 19 de noviembre, la Pastoral Social Arquidiocesana impulsa un año más la Semana del Buen Samaritano (12-18 de noviembre).

Se trata de una iniciativa que se celebra en esta Iglesia particular desde el año 2017, “para ser prójimos de los más necesitados, dando pasos para acercarnos y hacer comunidad con ellos”.

Para vivirla, sus responsables invitan a responder a la pregunta de ¿qué podemos hacer?, recordando que se trata de un tiempo para centrar nuestra mirada como comunidad cristiana, “convirtiéndonos en un signo concreto del amor de Cristo por los más necesitados”.

Además, se trata de una oportunidad excepcional para incentivar el compromiso social de los creyentes y de toda la comunidad, así como para integrar a los pobres en la experiencia comunitaria.

Al oír la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín, a la hora en que sopla la brisa, (el hombre y su mujer) se ocultaron de él, entre los árboles del jardín. Pero el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: “¿Dónde estás?”. “Oí tus pasos por el jardín”, respondió él, “y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí”. El Señor Dios replicó: “¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?”.

Esta es la pregunta que hizo Dios al hombre, después de haber desobedecido la orden tajante de no comer la fruta del árbol del conocimiento del bien y del mal (ver Gén 2,17; 3,11). El conocido pasaje de Génesis 3, de la tentación y la caída de nuestros primeros padres, siempre nos ha intrigado y nos hace preguntarnos, entre otras interrogantes, lo siguiente: ¿Es una “crónica periodística” este relato? ¿Sucedieron así las cosas? ¿Era un árbol real o es simbólico, lo mismo sus frutos?

En efecto ¿por qué se habla de un fruto prohibido, que siempre hemos creído que fue una manzana? ¿Por qué de todos árboles sí podían comer, pero de uno en concreto estaba estrictamente prohibido comerlo? ¿Cuál fue realmente el pecado que cometieron nuestros primeros padres? ¿Es una narración simbólica? ¿Cómo es que Dios, viviendo en el cielo, se pasea tranquilamente por las alamedas del jardín a la brisa del día, como si fuera una persona andariega en un parque y que Adán y Eva lo sintieran atemorizados? ¿Por qué se escondieron de Dios? ¿Qué enseñanzas podemos aprender de esta bella y trágica historia, en los comienzos de la humanidad?

Siguiendo al Pbro. Francesc Ramis Darder, doctor en Teología por la Facultad de Teología de Cataluña, en España, en su libro llamado El verdadero Israel, él plantea la siguiente reflexión teológica, que nos puede ayudar a esclarecer este misterioso episodio:

“… El relato de Adán y Eva ofrece el proyecto liberador de Dios en favor del ser humano. A partir del polvo de la tierra el Señor formó a la humanidad, representada por Adán (Gén 2,7). Dios quiso que la sociedad, personificada en Eva, fuera la matriz humanizadora del hombre (Gén 2,18-24). La Tierra, simbolizada por el Edén, era el paraíso donde habitaba el hombre en sociedad (Gén 2,8.15). Dios se presenta como el amigo del hombre, pues desciende del cielo para conversar con el ser humano a la hora de la brisa (Gén 3,8).

Las relaciones armoniosas entre Dios, la humanidad, la sociedad y la Tierra se sostienen gracias a la columna del amor. Dicha columna aparece encarnada en el árbol plantado en medio del jardín (Gén 2,9). Esas relaciones armoniosas sostenidas por la columna del amor constituyen el Reino de Dios. Sin embargo, un día aparece la serpiente, símbolo del afán de poder. La serpiente tienta a los hombres que viven en sociedad a destruir el árbol del amor, para sustituirlo por el árbol del poder. El ser humano cae en la tentación y destruye la columna del amor. La destrucción se produce, metafóricamente, cuando Adán y Eva comen el fruto del árbol del jardín (Gén 3,1-7)

“Hermanos todos”

Noviembre 10, 2023

En latín Fratelli tutti, la tercera encíclica que el Papa Francisco firma en Asís el 4 de octubre, el día de su onomástico. En ella se nos invita a que vivamos unidos por el amor y que, consecuentemente, seamos entre nosotros y a todos los niveles más justos y solidarios, más cercanos, más atentos a ayudar al prójimo, especialmente al más necesitado. Y esto lo lograremos estando más cerca de Dios, nuestro Creador y Padre, más abiertos a su presencia y amor; hechos a imagen y semejanza suya, somos hermanos todos, la humanidad entera. Ensanchando el concepto de “salvación”, el Papa afirma: “Nadie se salva solo” y ha llegado el momento de que “soñemos como una única humanidad” en la que “todos somos hermanos”.

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