Previo al inicio de la Semana Santa, las parroquias intensifican las liturgias penitenciales, para ofrecer el Sacramento de la Reconciliación a los fieles. Sin embargo, hay personas que, algunas veces por desconocimiento, lanzan frases como: “Yo me confieso directamente con Dios”, “¿por qué debo yo confesarme con otro pecador?”, “eso no está en la Biblia”, entre otras. La pregunta general sería: ¿por qué hay que confesarse con un sacerdote?
Cuaresma es un tiempo de preparación para la Pascua. La Iglesia manda hacer abstinencia con este propósito, pero también sirve para desarrollar disciplina personal y, por decirlo de una manera, mantenerse firme contra el pecado y la tentación.
Cuaresma es un tiempo de preparación para la Pascua. La Iglesia manda hacer ayuno y abstinencia con este propósito, pero también sirve para desarrollar disciplina personal y, por decirlo de una manera, mantenerse firme contra el pecado y la tentación.
Con el miércoles de ceniza hemos iniciado este tiempo tan hermoso que la Iglesia nos ofrece, un tiempo de conversión, ayuno, abstinencia, pero ante todo de oración. Tiempo en el cual nos preparamos para la gran fiesta de la pascua, es el camino que recorremos junto a Jesús en cuarenta días contemplando su pasión y muerte, para reunirnos luego como una sola iglesia para pregonar unánimes la resurrección.
Es un caminar con Cristo, con su cruz, sin ella no tendrá sentido este caminar. Se nos pide mortificarnos, incomodarnos y pues bueno no solo de visible o físico (no comer carne, “dejar de comer” o reducir las porciones etc.) sino también desde lo interior. Por nuestra humanidad caemos fácilmente en el mal, en el pecado, una y otra vez, pero nos cuesta mucho acercarnos al sacramento de la reconciliación, sacramento por el cual el Señor perdona nuestras muchas faltas, nos muestra su gran misericordia; pues bien, este es el tiempo favorable este es el tiempo de la salvación 2Cor 6,2, es acercarnos con un corazón contrito y humillado que busca la salvación, el amor y la reconciliación con Dios.
A través del signo de la ceniza se nos da un preámbulo de lo que viviremos posteriormente ya que con fuego se ha dispuesto dicho signo y con fuego celebraremos la resurrección de Jesucristo, venciendo la muerte en la cruz.