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Jueves, 02 Mayo 2024
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Del 26 al 28 de julio 2022 la Comisión Nacional para la Sinodalidad se reunió durante tres días para redactar la síntesis nacional, que es el aporte de Costa Rica al próximo Sínodo de los Obispos que se realizará en octubre del 2023.  El documento ya fue enviado a la Secretaría para el Sínodo a inicios de agosto previamente aprobado por los Obispos.  Ya se ha cerrado la fase diocesana del proceso sinodal y se ha iniciado ahora la fase continental.

Sobre la metodología de la elaboración de la síntesis Monseñor Oscar Fernández, Obispo de Puntarenas y quien preside la comisión comenta: “luego de un proceso de consulta a todo el pueblo de Dios, las comisiones diocesanas a cargo del proceso nos enviaron su síntesis diocesana.  Al ser este un proceso espiritual, pedimos oración y cada día durante la encerrona para la redacción de la síntesis nacional iniciamos con la Santa Eucaristía.   Comenzamos con una lectura profunda de los documentos y luego sacamos los puntos claves de todos, respetando el contenido y luego los dividimos por áreas e iniciamos la redacción de acuerdo con los diez núcleos temáticos dados por la Secretaría”.

Jóvenes de diferentes carreras universitarias y países del continente americano tendrán un encuentro sinodal con el Papa Francisco este 24 de febrero, de manera virtual. Entre ellos, estará un estudiante de Psicología de la Universidad Católica de Costa Rica, Alejandro Palacio Puerta.

Durante un mes, los participantes han discutido sobre migración, en la búsqueda de soluciones integrales para los problemas que enfrentan tantos hermanos. Esto llegó a oídos del Santo Padre, quien aceptó la invitación de participar en un evento bajo el título: Construyendo Puentes Norte-Sur.

Un grupo de 35 jóvenes de la Parroquia de Santa Ana, en la Arquidiócesis de San José, no se callaron lo que el Señor ha hecho en sus vidas y se lanzaron con valor y alegría a compartirlo con las demás personas.

Se trató de la misión que llevaron a cabo como fruto de la Jornada Mundial de las Misiones, los días 29,30 y 31 de octubre, y que los llevó a las calles, barrios y centros comerciales de su comunidad con un mensaje de esperanza y amor.

¿Qué puede aportar hoy la “sinodalidad” a la Iglesia y al mundo?

En los últimos días, mucho se ha escuchado sobre “sinodalidad” en la Iglesia. Pero, ¿qué significa “sínodo”? El griego “σύνοδος” refiere a una reunión, asamblea y encuentro. A su vez, “σύν” + “οδος” expresa un camino junto: a las vías reunidas.

Es innegable el fin de la cristiandad, en donde todos, más o menos, eran creyentes y concebían al hombre y al mundo, desde una visión cristiana. Hoy no, incluso, a lo interno de la Iglesia, existen múltiples proyectos e interpretaciones, por lo que re-unirse y juntar los caminos es impostergable.

Idealmente, una sociedad democrática estaría basada en la libertad, la fraternidad y la igualdad, como una “poliarquía”, es decir, una sociedad con múltiples poderes que interactúan entre sí -tal cual afirma Robert Dahl-. Esta democracia es regida por el principio de “tolerancia”, el cual busca evitar, en sí, la guerra y, por el que “respeto para que me respeten”, en momentos sin interactuar con el otro. Además, en caso de conflicto, la ley y el Estado me protegen del “otro” -como afirmaba Hobbes con su “Leviatán”-. Por supuesto, todo se desarrolla sin contar con una norma u obligación concreta de Amor o comunión, como sí sucede con la Iglesia y la sinodalidad.

Por lo tanto, se puede decir que la sinodalidad es el régimen político de la Iglesia y no así la democracia. La sinodalidad nos pone uno al lado del otro, en igualdad de oportunidades, valor y dignidad. Permite que mis iniciativas sean consideradas como valiosas, dignas de ser tomadas en cuenta, para discernir y construir juntos una vía común en diálogo. Esto es posible, desde la humildad y la verdad, producto de un encuentro con Cristo y no como un simple populismo democrático.

Ante dicha realidad, a la hora de tomar decisiones, surgen dos posibilidades: 1) el imponerse y dominar o 2) la sinodalidad y sus consecuencias prácticas. El Evangelio nos advierte que los discípulos de Cristo no han de actuar con el dominio, al contrario, a la hora de resolver conflictos, utilizarán medidas preventivas, como un auténtico diálogo -que escucha, respeta, propone y construye- o medidas curativas, como la corrección fraterna -en la cual, ciertamente, se ha de perdonar, orar y poner la otra mejilla- (cf. Mc. 10, 35-45, Mt. 20, 17-28, Lc. 6, 29). Surge también, como medida curativa, la Confesión, en la cual busco reconciliarme conmigo mismo, con Dios y con el hermano, reconociendo que no he cumplido la Norma Suprema de “amar al prójimo, como a mí mismo” (Mc. 12, 30).

Por lo tanto, no hay que tener miedo al poder, a ejercerlo, sí, en sinodalidad: caminando, escuchando y construyendo todos juntos. ¿No es esto la Iglesia, un Cuerpo compuesto por múltiples miembros -todos valiosos e insustituibles? - (cf. 1 Co. 12, 12) Cristo no niega la posibilidad a sus discípulos que tomen la iniciativa y ejerzan el poder para el bien, al contrario, reclama a aquellos que teniéndolo no lo usan para salvar y sanar a sus hermanos (Lc. 13,10-17). Es más, los llama a ser sal, luz y fermento del mundo (Mt. 5, 13-16).

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