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Miércoles, 15 Mayo 2024
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El capítulo dos del libro de los Hechos de los Apóstoles describe detalladamente los acontecimientos experimentados por la comunidad de los discípulos de Jesús, cincuenta días después de su gloriosa Resurrección; es decir, la venida del Espíritu Santo. Este hecho no se debe considerar como una experiencia aislada de la Iglesia en sus orígenes o un simple evento histórico a conmemorar, sino como una experiencia de fe que debe ser renovada constantemente por la totalidad de los miembros de la Iglesia de hoy.

Lo primero que el texto sagrado señala es que los apóstoles estaban juntos en un mismo lugar. Por lo tanto, Pentecostés es una experiencia comunitaria y no individualista porque el Espíritu Santo, si bien es cierto, se posó sobre cada uno de ellos, lo hizo en tanto permanecían unidos y en oración. Esa misma unidad y oración de los apóstoles debe ser vivida y fortalecida en la Iglesia de hoy; en la cual, lamentablemente, ciertos grupos organizados con ideologías tergiversadas y tendencias separatistas pretenden segmentar la Iglesia según lo que a cada uno le agrade y convenga.

Seguidamente se indica que se llenaron todos del Espíritu Santo. Esto solo fue posible porque el Espíritu encontró espacio. Surge la interrogante para los creyentes de hoy ¿tengo espacio para Dios en mi vida? ¿Qué cosas debe sacar de mi vida para que dar espacio a Dios? Es válido hacerse esta pregunta considerando que la sociedad actual impone en sus habitantes estilos de vida tan cargados de obligaciones, preocupaciones, afanes, estándares, modas y otras, que sumadas no dejan espacio para que entre Dios.

Al celebrar la solemnidad de la Asunción de la Virgen María este 15 de agosto, como Iglesia que peregrina en la historia, expresamos nuestra alegría y alabamos a Dios porque la Madre del Señor entra triunfante en la gloria del cielo. En el misterio de su Asunción, aparece el significado pleno y definitivo de las palabras que ella misma pronunció respondiendo al saludo de Isabel: «Ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso» (Lc 1, 49).

Ella, la Virgen de Nazaret, gracias a la Resurrección del Señor, unida profundamente al misterio del Hijo de Dios, correspondió plenamente con su “sí” a la voluntad divina, participó íntimamente en la misión de Cristo y fue la primera en entrar después de él en la gloria, en cuerpo y alma, en la integridad de su ser humano.

“Vayan, pues, y enseñen a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado. Yo estaré con ustedes siempre hasta la consumación del mundo”, (Mt 28,19- 20).

Este mandato de Jesús está en el corazón de la Iglesia, y hoy más que nunca se mantiene vigente para anunciar la Buena Noticia de la salvación que lleva a la vida eterna. Hoy más que nunca el llamado se actualiza para todos los creyentes, pues no solo es exclusivo de unos cuantos. El cristiano está en medio del mundo para ser diferente, dar testimonio de lo que cree y ser sal y luz como nos pide el Evangelio.

Dios sí es comprobable

Diciembre 02, 2020

Algunas madres andan preocupadas pues sus hijos universitarios se dicen ateos e influidos por ciertos profesores tiran por la borda sus enseñanzas y ejemplo religiosos; bajo el supuesto de que la ciencia positiva y la razón son los únicos criterios de verdad. Sin demeritar su inquietud, Agustín y Pablo, Unamuno y Kant, de jóvenes tuvieron vivencias afines. Ciertos sanedrines y jueces de Cristo (Jn 12,42; Hch 6,7b) también fueron conversos y muchos en en el devenir histórico. Ocupémonos sí, con fe y oración, pero también con estudio, investigación y análisis serios.

Pascal distingue al Dios de la fe, los filósofos, los sabios/científicos y añado, de Cristo-Dios. Mientras para Juan Pablo II, en Fe y Razón: no hay oposición sino complemento entrambas.

A la luz de estas 2  tesis examinemos brevemente algunos criterios de verdad.

 

El tamiz empírico

 

El positivismo dogmatizó el método científico, cual único parámetro, como si todo el saber hubiera de someterse a él. La observación de los fenómenos es clave acá, pero como Dios no es un objeto infieren mal que “la ciencia no puede decir nada sobre Dios” o bien: “la ciencia no puede probar o improbar a Dios”. Eso es limitarse al Dios concepto/idea/ente; de los filósofos. Para Einstein igual los números son inobservables: “los números son un invento del pensamiento humano”, “un producto independiente de toda experiencia.” (Mi visión del mundo, Ed. Tusquest, Barcelona, 2004, p. 45). Nadie los percibe vía los 5 sentidos. ¡Ah, pero los noveles y maduros ateos, con sus variantes, dan por sentada la existencia, lógica y verdad numérica¡

En ciencias sociales se usa la observación participante, grupos control en laboratorios, entrevistas y vivencias, pero hoy los psicólogos sociales y los neurocientíficos comprueban y verifican, con diferentes técnicas, las experiencias-vivencias de quienes creen en Dios, la resurrección, la eternidad; oran y son escuchados, piden por los muertos, que según otro criterio de verdad, la estadística, sumamos el 84% de la humanidad actual.

Bien afirma Luis Pasteur: “poca ciencia aleja de Dios, mucha ciencia acerca a Dios.”

 

Lógica

 

El principio de no contradicción es otro factor de verdad. No es admisible afirmar algo y decir lo contrario de seguido, so pena de no merecer credibilidad. Los matemáticos teóricos se decantan por la lógica deductiva e inductiva, mas su colega, Bertrand Russell, es conteste con Einstein: “La matemática puede definirse como la disciplina en la que nunca sabemos de qué estamos hablando, ni si lo que dijimos es verdad.” También aseveró que no es posible demostrar que Dios no existe, si bien fue errático sobre su creencia.

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