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“Juan nunca deja sola a la Virgen”

By Mayo 03, 2024
Juan Calderón, mayordomo y camarero de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad. Juan Calderón, mayordomo y camarero de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad.

Un Sábado Santo entró una mujer vestida completamente de blanco al templo, lo llamó y le preguntó: “¿Usted es el que viste a la Virgen?” Sí, respondió el joven y ella agregó: “¡Qué dicha que la tiene así de bonita! Sentí mucha paz ¿Usted sabe por qué está con la Virgen?”. Él pensó: “Por una promesa”, pero ella se le adelantó y le dijo: “Porque Juan nunca deja sola a la Virgen”.

De aquella señora de blanco no supo más, recuerda que él fue un momento a traer una estampita y cuando regresó ella ya no estaba, nadie más la vio, pero sus palabras siguen resonando en su ser.

Esta es una de las tantas historias que cuenta Juan Calderón, mayordomo y camarero de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad de la Iglesia de la Soledad en San José. Básicamente, él se encarga de vestir a la Virgen y de dirigir todos los detalles relacionados con su preparación.

Una tarea para la que él era el indicado por muchas razones, pero tuvo que hacerle frente a ciertos paradigmas. Durante un siglo Nuestra Señora de la Soledad fue vestida exclusivamente por mujeres, quienes hacían esta tarea con mucha solemnidad y celo, a tal punto que ningún varón, ni siquiera el párroco, tenía permitido ingresar al salón mientras ellas llevaban a cabo su tarea.

Por eso, sobre todo al principio, su llegada como mayordomo y camarero generó algunas reticencias. No obstante, ha estado a la altura. Lo respalda su formación en España y Guatemala, así como el esmero y el amor que pone a su trabajo.

Los primeros recuerdos que Juan tiene de la Virgen de la Soledad se remontan a los seis años de edad, cuando su papá lo llevó a ver la procesión del Santo Sepulcro. Esperaron el paso de la imagen y él logró tocarla con su manita.

Desde entonces, todos los años, el niño le pedía a su papá que lo llevara a ver la procesión, en el mismo punto: la esquina del edificio de la Caja Costarricense de Seguro Social. “Es muy bonito ver donde la Virgen va subiendo la cuesta, la devoción, el incienso, es un momento muy místico”, menciona el servidor.

Su abuela también le inculcó el amor a la Madre de Dios, justamente él siempre porta un escapulario que ella le heredó, el cual ha pasado de generación en generación y tiene más de 100 años. Pero también le dejó una serie de imágenes religiosas, así comenzó su interés por el mantenimiento y la vestimenta de estas.

Juan también conoció a doña Marta, una recordada mujer que por muchos años se encargó de vestir la imagen. Ella, antes de fallecer, le obsequió una serie de útiles y recuerdos, como un alfiletero, programas de Semana Santa y fotografías antiguas.

Según cuenta el mayordomo, hubo una época entre 1998 y 2011, donde la imagen no contó con personas encargadas específicamente de su cuidado. Un día, mientras brindaba su servicio como animador del canto, Juan miraba a la Virgen de la Soledad y la vio descuidada.

Entonces, se acercó al cura párroco de ese momento el Pbro. Carlos Humberto Rojas, y le dijo que quería hacerse cargo de la Virgen. “Pensé que iba a decir: “Este muchacho está loco”, pero me dio una cita”. Asumió funciones en noviembre de 2011.

Precisamente, él trata de que todo se haga con el mismo respeto y solemnidad. Se realiza una especie de ritual. Se pone una alfombra en el piso, se coloca la imagen, se enciende una vela (“La Virgen se convierte en el primer sagrario”, explica), se reza un Dios te salve específico de Nuestra Señora de la Soledad, se encomiendan todas las peticiones (los pañuelos y los rosarios) y se le pide permiso a la Madre de Dios.

Sobre esto último, Juan explica que doña Marta y doña Margarita, mujeres que por muchos años se encargaron de vestir a la Virgen, siempre le pedían permiso a la Virgen y le preguntaban qué traje quería lucir.

Entonces, por ejemplo, si los alfileres comenzaban a caerse ellas interpretaban que Nuestra Señora no quería ponerse ese vestido. “Siempre pídale permiso”, le aconsejaron y él así lo hace.

“Tú me cuidas, yo te cuido”

Juan dice que ha pasado momentos buenos y malos, pero nunca ha dejado de sentir la protección de Nuestra Señora. Lo resume con esta frase: “Tú me cuidas, yo te cuido”. “No solo a mí y a mi familia, sino toda la gente que viene a servir siente esto (...) Ella sabe cuál es tu necesidad, se la lleva a su hijo y Él dice: “Vamos a ver qué podemos hacer”.

Él habla de esto con propiedad. En 2015 fue diagnosticado con cáncer de mama, una enfermedad poco frecuente en hombres y que lamentablemente aun está relacionada con ciertos estigmas. Juan no habló con nadie, ni siquiera con su familia, sobre su padecimiento. Solo se lo contó a la Virgen.

Trató de continuar su vida con normalidad, aunque se sintiera adolorido. Trabajaba y hacía sus actividades cotidianas. Un día, en medio del dolor y el agotamiento, pidió fuerzas, le dijo a la Virgen: “Yo te prometo que siempre te vas a ver digna, que vas a estrenar un traje todos los años, pañuelos, rosarios…”

Ese mismo año, Juan superó el cáncer y cumplió su promesa. No obstante, este volvió en 2020 y de manera más agresiva. Fue hasta ese momento que habló con sus padres de la enfermedad. “Me entregué a las manos de Dios (...) si era el tiempo para irme estaba bien pero si no que me ayudara. ”, declaró.

En julio de ese año, Juan se puso bajo el amparó de María, en la advocación de Nuestra Señora de la Soledad y Nuestra Señora de Fátima. La artista Paula Sáenz le regaló un cuadro de esta última tras un sueño que tuvo, le escribió: Para Juan, de su Madre, que lo va a tener bien.

En septiembre, su médico le informó que no había rastro de cáncer y no tenía una explicación. Juan le hablaba de la Virgen, pero el galeno lo miraba confundido.

El mayordomo lamenta que a lo largo de los años haya sufrido muchos robos. “A la imagen le han robado vestidos, mantas, sayas, coronas, resplandores.. hechos con hilo de oro, con perlas incrustadas, joyas…”.

Pero también, gracias a Dios, se conservan materiales muy antiguos y de gran riqueza. Como el traje original que lució por allá de 1872, el cual está siendo restaurado en Guatemala y será reestrenado el próximo año.

 

 

Danny Solano Gómez

Periodista, licenciado en Producción de Medios, especializado en temas de fe católica, trabaja en el Eco Católico desde el año 2009.

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