El fundamento de esta práctica se afianza en que todos forman un solo cuerpo: el Cuerpo de Cristo (Cf. 1Co 12,12-31), por lo que no es posible desentenderse de los miembros que han partido; y la fe en la resurrección, la cual descansa en la enseñanza de que Nuestro Dios “no es un Dios de muertos sino de vivos” (Mc 12,27).
Según el sacerdote Manuel Rojas Picado, liturgista: “La Iglesia en cierta forma es depositaria de parte de la cultura de la humanidad. El culto a los santos inició siendo culto a los muertos. Rápidamente se convirtió en recuerdo de quienes dieron su vida por Cristo, según la Iglesia, este día debemos descubrir lo que Dios hizo por esas personas”.
Sin embargo, en importante aclarar que en la Iglesia Católica no existe el culto a los muertos, el 2 de noviembre es un día para recordar a los miembros de la Iglesia que ya han muerto, como símbolo de comunión, es decir, “de que todos nos interesamos unos por otros, nosotros expresamos esa comunión a través de la plegaria, nuestra oración sirve a la salvación de todos de una forma que no se puede encasillar”, aseveró el Pbro. Rojas.
“Culto es veneración o reconocimiento particular, nosotros recordamos a quienes han partido”, puntualizó.
El origen de la conmemoración de los fieles difuntos se dio hacia el año 1000 con la decisión del Abad Cluny. Él estableció que el día siguiente a la fiesta de todos los Santos se tuviera un momento de oración por todos los fieles difuntos.
“La vida después de la muerte no se puede explicar con los mismos parámetros espacio-temporales que usamos comúnmente. Después de la muerte hay una vida que según la Iglesia puede ser de eterna felicidad con Dios; pero antes de eso, todos seremos purificados”, explicó el sacerdote.
“La conmemoración del día de los difuntos es una ocasión para pensar en la muerte cristianamente. Es un día que llenamos de tristeza, pero lo más importante es vivir la esperanza en la resurrección, desde ahí debemos enfrentar la muerte. Debemos considerarla un tránsito por el que todos vamos a pasar y disponernos para el encuentro con Cristo”, añadió.
Respecto a otros rituales en recuerdo y oración por los difuntos el P. Manuel explicó que se trata de mezclas de celebraciones culturales y religiosas que realiza la gente. “Algunas son 100% asumibles por la Iglesia, otras requieren purificación. Son encuentros de fe y cultura. Por ejemplo, los novenarios, son religiosidad popular no liturgia”, dijo.
