
El Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, en Barcelona, España, es considerado uno de los más impresionantes y bellos del mundo. Es el monumento más visitado de España, una de las iglesias más altas del mundo y la obra cumbre del arquitecto Antonio Gaudí.
Precisamente, Gaudí fue un hombre innovador que rompió con los esquemas tradicionales en la arquitectura, amante de la naturaleza y extravagante, tanto en sus proyectos como en su personalidad. Pero también, era una persona profundamente religiosa, tanto que desde su fallecimiento había quienes hablaban de su santidad.
De hecho, su proceso de beatificación está avanzado e incluso algunos estiman que posiblemente en 2026 sea llevado a los altares. Un camino que inició en 1992, cuando un grupo de fieles creó una Asociación Pro Beatificación. En el año 2000 fue declarado Siervo de Dios.
En 2023 la Arquidiócesis de Barcelona creó una nueva comisión y se entregó la Positio, es decir, el informe sobre las virtudes de santidad del candidato para el análisis de la Santa Sede.
José Manuel Almuzara, presidente de la Asociación Pro Beatificación de Antonio Gaudí, ha seguido el proceso desde sus inicios. En conversación con Eco Católico habló sobre varios aspectos del genio catalán y su obra.
Fe y belleza
Gaudí -mencionó- fue educado en la fe católica y fue alumno en las Escuelas Pías de Reus (a cargo de los Padres Escolapios). Así que desde joven aprendió a amar a la Virgen María, a la Eucaristía y a la Cruz, algo que -afirma- se manifiesta en su vida y obra.
Por problemas de salud, pasaba temporadas en el campo, él mismo comentó: “Capté las más puras y placenteras imágenes de la naturaleza, esta naturaleza que siempre es mi maestra”. También acostumbraba contemplar el Mediterráneo. “El mar es la única cosa que me sintetiza las tres dimensiones -el espacio-. En la superficie se refleja el cielo, y a través de ella veo el fondo y el movimiento…”
Siendo estudiante, trabajó en varios lugares donde ya destacaba por su genialidad e inquietud por la temática religiosa. Cuando conoció a Eusebio Güell, este le encargó una serie de obras y se convirtió en su mecenas.