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Miércoles, 12 Noviembre 2025
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En Roma, los turistas hacen largas filas para conocer la Basílica de San Pedro, corazón de la vida espiritual del Vaticano, lugar de reposo del apóstol y de numerosos papas, donde se llevan a cabo celebraciones multitudinarias presididas por el Sumo Pontífice.

Pero es otro el templo más importante de la cristiandad, la sede del obispo de Roma y donde se encuentra su cátedra. Hablamos de la basílica de San Juan de Letrán, cuya dedicación celera la Iglesia este domingo 9 de noviembre.

San Juan fue la primera basílica cristiana construida expresamente para reunir a toda la comunidad ciudadana en torno a su obispo. Pero ya antes de la llegada al poder de Constantino, los cristianos habían comenzado a construir iglesias: de ellas se tienen, principalmente, testimonios literarios que afirman que en Roma existían entonces unas cuarenta; mientras que el desarrollo artístico se evidencia en el arte precedente de las catacumbas. Esto demuestra que el cristianismo, a pesar de estar perseguido, era tan vital que necesitaba lugares y medios de expresión propios.

La basílica

Entrando en la basílica, se observa la volumetría de las antiguas basílicas paganas: en efecto, fue erigida por los mismos arquitectos que construyeron las basílicas de los Foros Imperiales, pero con evidentes modificaciones. 

Ante todo, en las basílicas paganas se entraba por el lado más largo, y había un ábside en cada lado corto, a la derecha y a la izquierda de la entrada. En cambio, en San Juan de Letrán se coloca la entrada por primera vez en un lado corto, ya que el edificio está orientado hacia el único ábside -situado frente al ingreso-, que representa a Cristo que viene al encuentro de quien celebra la Eucaristía.  

La posición del altar constituye la segunda gran novedad: mientras que en los templos antiguos estaba en el exterior del edificio, ahora está en el interior, y sobre él ya no se degüellan animales, sino que se celebra el único y eterno sacrificio de Cristo presente en la Eucaristía. Además, mientras que en los templos paganos el pueblo permanecía en el exterior, en la basílica cristiana -de la que San Juan es el prototipo que será imitado en todas partes- hombres y mujeres, esclavos y libres, nobles y plebeyos, son admitidos juntos a la Eucaristía. Del edificio constantiniano se conservan las dos columnas a derecha e izquierda del ciborio. 

En Roma, Constantino subvencionó no solo la construcción de la basílica del Salvador -llamada posteriormente San Juan de Letrán- sino también la de otras nueve basílicas. Para la construcción de la de Letrán, donó el terreno del cuartel de la guardia privada de Majencio. Se siguió utilizando el topónimo “de Letrán” (“in Laterano”) porque con anterioridad el lugar había pertenecido a la familia de los Lateranos.  

La Cátedra del Papa

La basílica custodia la “cátedra” del Papa, símbolo de su ministerio. Las cátedras académicas están constituidas por un atril o una mesa para apoyar los libros; las de las catedrales, en cambio, por una sede o silla, porque la fe se transmite, ante todo, con la palabra hablada y con el testimonio. Enseñar es una de las expresiones más hermosas de la caridad.

Desde la cátedra, el pontífice no enseña o afirma sus propias opiniones, sino la Palabra de Dios, de la que es servidor, para que resplandezca ante todos. La cátedra actual es una reconstrucción realizada tras los trabajos de ampliación del ábside en el s. XIX.

De la precedente, construida en el pontificado de Nicolás IV (1288-1299), se conserva solo el supedáneo, en el que figura un bajorrelieve con cuatro figuras demoniacas -áspid, león, dragón y basilisco- que representan el mal que Cristo ha vencido, y que aluden al salmo 91,13: “Caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones”. El Papa, vicario de Cristo, los pisa al sentarse en la cátedra.

El ritual de la elección de cada nuevo Papa se concluye, también hoy en día, con la toma de posesión de esta cátedra. El pontífice se dirige a San Juan de Letrán partiendo de San Pedro, y se sienta sobre la cátedra rodeado de todo el clero de Roma, que reza por él y le aplaude.  

Su dedicación

Dedicar o consagrar un lugar a Dios es un rito que forma parte de todas las religiones. Es “reservar” un lugar a Dios, reconociéndole gloria y honor.

La Basílica fue consagrada en el 324 (o 318) por el Papa Silvestre I, que la dedicó al Santísimo Salvador. En el siglo IX, el Papa Sergio III la dedicó también a San Juan Bautista; y en el siglo XII, Lucio II añadió también a San Juan Evangelista. De ahí el nombre de Basílica Papal del Santísimo Salvador y de los Santos Juan Bautista y Evangelista en Letrán.

 

El P. Édgar de la Trinidad Rivera Garita nació un 24 de octubre de 1925, hoy hace exactamente 100 años, poco después de las 0 horas, en San Rafael de Oreamuno, su querida “Churuca”, justamente amaneciendo el día en que su pueblo se disponía a celebrar con gran alegría a su santo patrono, San Rafael Arcángel.

Cuando nació el P. Rivera Garita en octubre de 1925 el Papa era Su Santidad Pío XI (1922-1939), el Arzobispo Metropolitano de San José era Mons. Rafael Otón Castro Jiménez, I° Arzobispo (1921-1939) y el Presidente de Costa Rica era, por segunda ocasión, el también cartaginés Ricardo Jiménez Oreamuno (1910-1914, 1924-1928, 1932-1936). Se acababan de vivir los estragos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el comunismo comenzaba a expandirse por el mundo, se acababa de enfrentar la pandemia de la llamada gripe española (1918-1920), estaba por venir la crisis económica de 1929. En Costa Rica se gestaban los primeros grupos obreros organizados, se vivía en una relativa tranquilidad y paz política y social. Era aún la Costa Rica campesina de los años 20 del siglo pasado.

El papá del P. Rivera es don José Martín Rivera Quirós, nacido el 24 de enero de 1894 y fallecido el 8 de agosto de 1980, hijo de don Silvestre Rivera y de doña Isabel Quirós, los abuelos paternos del padre. Y su mamá es doña María Adoración Josefina Garita Mora, nacida el 13 de marzo de 1901 y fallecida el 16 de noviembre de 1973, hija de Juan Garita y de Micaela Mora, los abuelos maternos del padre. El P. Rivera Garita tuvo 8 hermanos, de los que le sobrevive Elisa, conocida como Elsie, vecina de San Rafael de Heredia, quien inicialmente le acompañó en su ministerio, hasta que contrajo matrimonio en 1968. De sus hermanos tiene gran cantidad de sobrinos.

 

Estudió en la Escuela de los Ángeles y en el Colegio San Luis Gonzaga, ambos en Cartago. Antes de su ingreso al Seminario trabajó en el Banco Crédito Agrícola de Cartago como mensajero, para entregar cheques, donde regresó algún tiempo durante sus estudios superiores.

Su motivación al sacerdocio la encontró en su servicio como monaguillo en Cartago con el Pbro. Enrique Bolaños Quesada, posteriormente Obispo Auxiliar de la Diócesis de Alajuela (1963-1967), Administrador Apostólico de la misma Diócesis (1967-1970) y luego su IV° Obispo (1970-1980), además de ser Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de San José (1978-1979).

El joven Rivera Garita ingresó al entonces Seminario Central en 1950, en las nuevas instalaciones del Seminario en Paso Ancho, inauguradas apenas un año antes en 1949. Fue formado por los padres alemanes paulinos, vicentinos, lazaristas o de la Misión, que para entonces regentaban el Seminario. Ingresó al Seminario con 24 años recién cumplidos, lo que para entonces era considerada una vocación adulta o tardía.  

Concluyó sus estudios en 1955 y fue ordenado sacerdote, a los 30 años de edad, el 17 de diciembre de 1955 –el mismo año de nacimiento del actual señor Arzobispo Metropolitano Mons. José Rafael Quirós Quirós–, por lo que el P. Rivera está por cumplir próximamente los 70 años de su ordenación presbiteral. Su lema sacerdotal fue: “Oh María, Madre Inmaculada, asistidme en el servicio de tu Divino Hijo”, reflejando su gran amor y devoción a la Virgen María, que sin duda ha escuchado el ruego del P. Rivera ya casi por 70 años de servicio fiel y generoso a su Divino Hijo.

Costa Rica vivirá un momento histórico el próximo 15 de diciembre, cuando el Papa León XIV bendecirá el pesebre Gaudium (Gozo) en el aula Paulo VI del Vaticano.

El Padre Pío estuvo siempre inmerso en las realidades sobrenaturales. No era solamente el hombre de la esperanza y de la confianza total en Dios, sino que infundía, con las palabras y el ejemplo, estas virtudes en todos aquellos que se le acercaban.

Origen

Francesco Forgione, más conocido como el Padre Pío, nació en el año 1887 en Pietrelcina (Benevento, Italia) de Grazio y Maria Giuseppa de Nunzio. Fue bautizado un día después de su nacimiento.

Infancia

Gaudium (Gozo) es el nombre del pesebre que la artista costarricense de arte sacro, Paula Sáenz Soto, (conocida por su atelier Paula en el Bosque) instalará esta próxima Navidad en el Aula Paulo VI, en el Vaticano. Se trata de la primera vez en la historia que un artista nacional coloca una obra de arte monumental en este importante espacio, y en un momento tan significativo como es el cierre del Jubileo de la Esperanza.

Así lo anunció en redes sociales el embajador de Costa Rica ante la Santa Sede, Federico Zamora, quien explicó las gestiones que dicha sede diplomática llevó a cabo para tal efecto.

"Hace varios años yo venía gestionando la autorización de la Santa Sede para que el pesebre de navidad fuera costarricense, fuera de una obra de una artista costarricense, y nos habían asignado el 2027; sin embargo, ayer me llamaron para decirme que por cuestiones de prioridad nos dan este año...Tenemos un proyecto ya presentado con la artista Paula Sáenz, que se llama Gaudium 2025, así que el pesebre de navidad que inaugurará el Santo Padre probablemente el 15 de diciembre va a ser costarricense, otra presencia más de nuestro país, que le da unidad y fortaleza a nuestro país en el mundo entero", dijo el embajador al medio de comunicación Metanoia.

Pero Gaudium no es un pesebre más, como explica la propia artista, nace de la inspiración en Oriente y en Occidente: "De Oriente, recoge la profundidad del ícono, que no es simple representación, sino revelación del misterio eterno de la Encarnación. De Occidente, toma la tradición del pesebre con figuras, en la que el vacío de la cuna hasta la Nochebuena se convierte en signo de espera y esperanza. Ambas tradiciones se entrelazan aquí, para dar vida a una obra donde la contemplación del ícono y la vivencia familiar del nacimiento se abrazan en un mismo lenguaje de fe, capaz de anunciar con arte y silencio la llegada de Cristo al mundo".

"Un acontecimiento único que nos llena de fe, alegría y profundo orgullo nacional"

Paula Sáenz Soto

Artista sacra costarricense

"Desde la infancia me llamaba la atención que, al colocar el pesebre en casa durante la Navidad, la figura del Niño Dios aún no estaba presente. No solo lo vivía en mi hogar, sino también al visitar a familiares, e incluso al contemplar los altares en diversas iglesias: siempre estaban la Virgen María y San José, pero no el Niño. Aquello me generaba una pregunta íntima: ¿dónde está el Hijo de Dios, si tampoco aparece en el vientre de la Virgen?", se preguntaba Paula.

"Con el paso de los años y mi vocación en el arte sacro, esa inquietud se transformó en búsqueda. A lo largo de mis obras me ha inspirado representar a la Sagrada Familia en distintas formas, pero siempre percibí que faltaba algo: la expresión de la maternidad de María. Al profundizar en la investigación iconográfica, descubrí que en el arte bizantino rara vez se la representa en estado de gravidez. Tan solo en algunos íconos de la Visitación se observa a Jesús en el vientre de María y a San Juan en el de Isabel. Esa ausencia me conmovió profundamente y me impulsó a desarrollar una propuesta en la que se reflejara con claridad ese misterio", amplió Sáenz.

Un pesebre a favor de la vida

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