El Papa emérito Benedicto XVI habló en reiteradas ocasiones del San Pío de Pietrelcina, en su opinión, la Eucaristía constituyó el centro de toda su existencia: “el origen de su vocación, la fuerza de su testimonio, la consagración de su sacrificio”, según afirmó 2009 en su visita pastoral a San Giovanni Rotondo.
“Permaneciendo unido a Jesús, siempre tuvo ante sí la profundidad del drama humano; por eso se entregó a sí mismo y ofreció sus numerosos sufrimientos, y se gastó por el cuidado y el alivio de los enfermos”.
Benedicto XVI resumió la misión del Padre Pío en “guiar a las almas y aliviar el sufrimiento”. Agregó que su primera preocupación, “su anhelo sacerdotal y paterno, fue siempre que las personas volvieran a Dios, que experimentaran su misericordia y, renovadas interiormente, redescubrieran la belleza y la alegría de ser cristianas, de vivir en comunión con Jesús, de pertenecer a su Iglesia y practicar el Evangelio”.
Asimismo, afirmó que el Padre Pío atraía hacia el camino de la santidad con su testimonio, indicando con su ejemplo el “binario” que lleva a ella: la oración y la caridad.
“Ante todo, la oración.