

Cuando era adolescente comenzó a rechazar la fe y la Iglesia, interesada por la justicia social vio en el socialismo un razonamiento más realista y coherente. Sin embargo, a los 35 años de edad y tras un diagnóstico de esclerosis múltiple, ocurrió algo que la hizo volver a dirigir su mirada a Cristo.
Desde temprano en la madrugada, grupos apostólicos, familias y vecinos en general se aprestaron para adornar las calles de San Isidro de Heredia con alfombras, hechas con diferentes materiales, para el paso del Santísimo Sacramento.