La figura de Cristo, de pie, abre los brazos, dibujando la inconfundible silueta de la cruz. La figura emerge de la escarpada montaña y el pedestal como una enorme columna estriada. El rostro, obra del rumano Gheorghe Leonida, y las manos conservan toda la suavidad de la escultura, a pesar de su considerable tamaño. La estatua, incluido el pedestal, mide 38 m; de los pies a la cabeza, 30 m; la cabeza tiene 3,75 m de altura y las manos, 3,20 m. Pesa 1.100 toneladas.
El ingeniero brasileño Heitor da Silva Costa, encargado de la obra, imaginó al Redentor, colocado a tanta altura, emergiendo primero de la oscuridad de la noche, saludado por el lucero del alba e iluminado por la puesta de sol que formaría un halo de luz alrededor de su cabeza.
Una invitación a la fraternidad
El Papa Francisco dirigió un mensaje al Arzobispo de Río de Janeiro, el cardenal Orani Joao Tempesta. Orani João Tempesta, con motivo del 90º aniversario de la inauguración de la estatua del Cristo Redentor en la cima del cerro Corcovado.
En un telegrama firmado por el Secretario de Estado, Card. Pietro Parolin, el Pontífice “comparte los sentimientos de júbilo y se une a la acción de gracias que el pueblo de Río de Janeiro eleva a Cristo Redentor”.
“Esta imagen, con los brazos abiertos en una incesante llamada a la reconciliación, retrata la invitación a la fraternidad que Nuestro Señor lanza a la ciudad y a todo el país para que se forme una comunidad en la que nadie se sienta solo, no deseado, rechazado, ignorado u olvidado, y en la que todos se esfuercen por un mundo más justo, más solidario y más feliz”.
A este respecto, el Santo Padre nos recuerda que, independientemente del nivel de educación o de riqueza, todas las personas tienen algo que aportar a la construcción de la fraternidad humana: nadie debe quedarse “con los brazos cruzados”, sino abrir los brazos a todos, como hace el Redentor.
Para ello, es fundamental el diálogo constructivo, porque “entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta siempre hay una opción: el diálogo”. Diálogo entre las generaciones, diálogo dentro del pueblo, porque todos somos pueblo (Carta Encíclica Fratelli fufri, 199).
Para ello, el Papa desea que en esta jornada se renueve el compromiso de acogerse mutuamente, “con la certeza de que es Cristo, por encima de todo, quien os acoge a todos: Él habita en la ciudad y os invita a acercaros a Él porque, estando cerca de Él, estaréis cerca unos de otros”.
El telegrama concluye con la petición de Francisco de seguir rezando por él y la concesión de la Bendición Apostólica a la ciudad de Río de Janeiro, extendida de forma especial a todos los que participaron en la misa conmemorativa del 12 de octubre, por intercesión de la Madre del pueblo brasileño, Nuestra Señora de Aparecida.