Un día en el hospital, don Jorge encontró a una mujer desconsolada al pie de una cama, acompañaba a la mamá, quien estaba muy enferma, no se movía y ni siquiera abría los ojos. Don Jorge conversó con la mujer y le propuso orar juntos, le pidió que tomara una mano de la paciente, mientras él tomaba la otra. Comenzó a orar y justo cuando terminó la oración, la señora se unió a ambas voces y pronunció fuerte y claro la palabra amén.
Esta es solo una de tantas historias que acumula don Jorge Rodríguez, ministro extraordinario de la Sagrada Comunión desde hace 14 años, vecino de San Rafael de Escazú, y quien sirve en el Hospital México y el Hospital Nacional Geriátrico Dr. Raúl Blanco Cervantes.
La Virgen de Lourdes es una de las advocaciones de la Virgen María más conocidas a nivel mundial. Todo sucedió a principios de 1858 en la gruta de Massabielle en Lourdes, Francia. Allí, a los pies de los Pirineos, una joven llamada María Bernadette Soubirous presenció dieciocho apariciones de la Virgen.
Bernadette tenía 14 años y creció en el seno de una familia pobre y analfabeta. Un día estaba con su hermana y una amiga recogiendo leña en el campo y entonces ocurrió: una ráfaga de viento dio paso a la primera aparición de la Virgen María. La joven declaró que: “Vi a una Señora vestida de blanco: llevaba un vestido blanco, un velo también de color blanco, un cinturón azul y una rosa amarilla en cada pie”.
Al llegar a casa Bernadette se lo contó a sus padres y estos le prohibieron acercarse a ese lugar. Bernardita sentía una fuerza interior que la empujaba a volver a la gruta y tras su enorme insistencia la dejaron regresar al punto donde había sucedido el primer encuentro. Entonces, como ocurrió la vez anterior, Bernardita vio aparecer de nuevo a la Virgen. Bernadette le echó agua bendita y la Señora sonrió e inclinó la cabeza. Al terminar de rezar el rosario, la Señora desapareció.