Confiar en Dios es tener la seguridad de que él no nos fallará. A todos nos llegan tiempos difíciles e inciertos. ¡Es parte de la vida! ¿Seguimos confiando en nuestro Padre Dios o nos dejamos llevar por la tristeza, la ansiedad y la desesperación?
Esa relación diaria con Dios en medio de cualquier situación te ayudará a seguir adelante y fortalecerá tu confianza en el Señor. No le des la espalda a Dios. Ve ante él, siente su presencia y su cuidado y verás cómo crece tu confianza. Mientras mejor conozcas a Dios, más fuerte será tu confianza en él.
Muchas veces, con el tiempo podemos ver y entender mejor por qué Dios actuó de la forma en la que lo hizo y en el momento en que lo hizo. Recordar esos detalles nos ayuda a esperar con mayor confianza y fortaleza. Lo que puede parecer lento desde nuestra perspectiva humana, para Dios es el tiempo perfecto.
Además, confiar en Dios implica valentía. Se ha de tener valor para dejar las cosas en sus manos sabiendo que él obrará y que nos mostrará lo que es correcto. Al confiar en Dios, no nos precipitamos sino que esperamos su dirección. Tomamos tiempo para escuchar su voz, para leer su Palabra, nos acercamos a él y recordamos lo que ha hecho por nosotros.
Elijamos confiar en Dios cada día y en medio de cualquier situación. Él ha sido fiel y seguirá siendo fiel, no lo dudemos.