Para usted, estimada Iriabeth, ahora que ya hemos vuelto a lo normal, le transcribo lo que antes de la pandemia del COVID le contestaba a otro lector del Eco que me preguntaba acerca de cómo recibir la Santa Comunión, si en la mano o directamente en la boca.
Le decía: “no se trata de ver qué es lo mejor, ya que no se trata de un caso “moral”, como podría ser lo que se refiere a un mandamiento o a una norma de la Iglesia. En nuestro caso se trata de ver lo que más conviene y esto en relación con las exigencias de la propia cultura, mentalidad, costumbres y a otras circunstancias. Mi padre (q.d.D.g.), jamás se hubiese atrevido a recibir la Santa Comunión en sus manos. Sin embargo, mi sobrina que la recibía en su manita, no es que amara y respetara menos a Jesús Eucaristía. Es por eso, que personalmente a cuantos me proponen la pregunta acerca de cómo recibir la Santa Comunión, les contesto con lo que nos dejó escrito San Juan Pablo II en su Instrucción Redemptionis Sacramentum (Sacramento de la Redención) del 2004: “Todo fiel tiene derecho a elegir el modo de recibir la S. Comunión […]. Sin embargo, el que la recibe en la mano, debe consumirla delante del ministro, y de ningún modo se aleje teniendo en la mano las especies eucarísticas. Si existe peligro de profanación, no se distribuya a los fieles la Comunión en la mano” (92).
De su parte, el Papa Emérito Benedicto XVI, en su Exhortación Postsinodal Sacramentum Caritatis (Sacramento de la Caridad), del año 2007, ha confirmado lo que nos había dicho San Juan Pablo II. “Pido a todos -ministros ordinarios y extraordinarios de la distribución de la S. Eucaristía- que hagan lo posible parta que el gesto en su sencillez, corresponda a su valor de encuentro personal con el Señor Jesucristo en el Sacramento. Respecto a las prescripciones para una praxis correcta, me remito a los documentos emanados recientemente”.
Su Santidad Benedicto XVI se refería -obviamente- a lo establecido en la ya citada Redemptionis Sacramentum, que acabamos de recordar”.
En conclusión, estimada Iriabeth, decida usted el modo en que prefiere recibir la Santa Comunión, muy consciente de que lo importante es tener el sentido profundo de lo sagrado, a fin de no minusvalorar la sublime grandeza de la Eucaristía, que es presencia real de Cristo.