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¿Hice mal dejando de comulgar durante la pandemia?

By Mons. Vittorino Girardi S. Junio 12, 2022

“Monseñor, ante todo mi muy respetuoso saludo. Doy gracias a Dios por la posibilidad que se nos concede de comulgar directamente en la boca. Antes, cuando por causa del COVID se nos insistía en recibir la Comunión en la mano, no me sentía libre, sino, más bien angustiada. Me llegaban comentarios tan negativos acerca de la Comunión en la mano, que en varias ocasiones dejé de comulgar porque sabía que, en general, los sacerdotes daban la Comunión sólo a quienes aceptaban recibirla en la mano. Ahora que todo pasó, me pregunto si yo he faltado en algo dejando de comulgar por no querer recibir la Santa Comunión en la mano. ¿Qué me dice, Monseñor? Muchas gracias”.

Iriabeth González M. – Tibás

Estimada Iriabeth, también a mi teléfono y con cierta frecuencia, me llegaban comentarios muy negativos acerca de la posibilidad de recibir la Santa Comunión sólo en la mano, describiéndola no sólo como algo “indigno”, sino, como algo “muy malo”. Y para justificar sus juicios tan negativos, inclusive me transcribían supuestas afirmaciones de San Padre Pío, de Santa Teresa de Calcuta y de otros santos.
Recuerdo todo esto, estimada Iriabeth, para poder comprender que tanta insistencia sobre lo mismo y con un tono que a veces, parecía de “amenaza”, ha contribuido a crear no sólo inseguridad, sino, también una conciencia escrupulosa e inclusive equivocada, propia de quien ve el mal en donde no lo hay o lo exagera en donde lo hay. Esta situación ha podido crear la convicción de que era mejor no comulgar que comulgar en la mano. Si esta era su convicción, estimada, Iriabeth, quédese serena ya que no ha cometido ninguna mala acción. Quienes se equivocaron fueron los que colaboraron en crear lo que los teólogos moralistas llaman una “conciencia errónea”.
Personalmente he considerado no conveniente entrar en este tipo de discusión, primero, porque la experiencia me ha enseñado que hubiese perdido el tiempo, y después, para evitar el riesgo de causar escándalo. Y digo esto, porque he encontrado a personas tan convencidas de que no podían recibir la Santa Comunión en la mano, que proponiéndoles lo contrario, sólo las podía disgustar y, aún más, hasta escandalizar y hacer pensar mal de los sacerdotes.

Para usted, estimada Iriabeth, ahora que ya hemos vuelto a lo normal, le transcribo lo que antes de la pandemia del COVID le contestaba a otro lector del Eco que me preguntaba acerca de cómo recibir la Santa Comunión, si en la mano o directamente en la boca.
Le decía: “no se trata de ver qué es lo mejor, ya que no se trata de un caso “moral”, como podría ser lo que se refiere a un mandamiento o a una norma de la Iglesia. En nuestro caso se trata de ver lo que más conviene y esto en relación con las exigencias de la propia cultura, mentalidad, costumbres y a otras circunstancias. Mi padre (q.d.D.g.), jamás se hubiese atrevido a recibir la Santa Comunión en sus manos. Sin embargo, mi sobrina que la recibía en su manita, no es que amara y respetara menos a Jesús Eucaristía. Es por eso, que personalmente a cuantos me proponen la pregunta acerca de cómo recibir la Santa Comunión, les contesto con lo que nos dejó escrito San Juan Pablo II en su Instrucción Redemptionis Sacramentum (Sacramento de la Redención) del 2004: “Todo fiel tiene derecho a elegir el modo de recibir la S. Comunión […]. Sin embargo, el que la recibe en la mano, debe consumirla delante del ministro, y de ningún modo se aleje teniendo en la mano las especies eucarísticas. Si existe peligro de profanación, no se distribuya a los fieles la Comunión en la mano” (92).
De su parte, el Papa Emérito Benedicto XVI, en su Exhortación Postsinodal Sacramentum Caritatis (Sacramento de la Caridad), del año 2007, ha confirmado lo que nos había dicho San Juan Pablo II. “Pido a todos -ministros ordinarios y extraordinarios de la distribución de la S. Eucaristía- que hagan lo posible parta que el gesto en su sencillez, corresponda a su valor de encuentro personal con el Señor Jesucristo en el Sacramento. Respecto a las prescripciones para una praxis correcta, me remito a los documentos emanados recientemente”.
Su Santidad Benedicto XVI se refería -obviamente- a lo establecido en la ya citada Redemptionis Sacramentum, que acabamos de recordar”.
En conclusión, estimada Iriabeth, decida usted el modo en que prefiere recibir la Santa Comunión, muy consciente de que lo importante es tener el sentido profundo de lo sagrado, a fin de no minusvalorar la sublime grandeza de la Eucaristía, que es presencia real de Cristo.

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