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¿Por qué Dios le pide a Abraham que sacrifique a su hijo?

By Mons. Vittorino Girardi S. Enero 08, 2021

“Monseñor: después de saludarle respetuosamente me atrevo a exponerle una inquietud. Digo, “me atrevo” porque no quisiera escandalizar a otros lectores del Eco. Hay una página de la Biblia que me cuesta aceptar. Cuando era niño y nos la presentaban, yo la aceptaba… Pero con el crecer de los años, me ha causado un sentimiento de rebeldía. Me refiero al relato del sacrificio que Dios le pidió a Abraham, el de ofrecerle a su hijo Isaac. ¿No había otro modo “más humano” para que Abraham manifestara su fidelidad y obediencia absoluta a Dios? ¿Cómo podemos comprender que Dios exigiera a Abraham, como prueba de fidelidad el sacrificio de su hijo? Le agradecería muchísimo, Monseñor Vittorino, si me da su punto de vista, a la vez que pido perdón si mi petición puede resultar molesta”.

Jaime Matarrita A. - Costa Rica 

Estimado Jaime: Usted no molesta en absoluto. Estoy para servir a los lectores del Eco; lo hago con gusto y me agrada que no tengan reparo en preguntar o comentar con libertad lo que les interesa.

Volvamos a recordar dos fundamentales criterios para interpretar correctamente los textos de la S. Escritura.

1°: No debemos leerlos al pie de la letra o -como hoy se dice- fudamendalísticamente, sino que hay que fijarse ante todo en la intención del Autor Sagrado.

2°: Para ello hay que ver y determinar el género literario, es decir, el modo de escribir propio de cada Autor. Por ejemplo: el género poético sirve para expresar algo bien distinto del género narrativo o del género parabólico, etc., etc.

Ahora bien, el capítulo 22 del Génesis pertenece al género narrativo, pero se narra para enseñar, no tanto para informar, como haríamos hoy en día. Se trata de una página de teología, no de una página de crónica histórica. Al Autor Sagrado le preocupa enseñarnos verdades importantes, no informarnos de hechos, pero lo hace narrando; no lo hace presentándonos un argumento. Él nos narra, no argumenta. Lo que nos narra sustituye un posible razonamiento.

Con esa narración el Autor Sagrado inspirado por Dios quiere ilustrar dos grandes ideas: Primera, la incondicional fidelidad de Abraham a Dios, dispuesto a todo para confirmarla, y segunda, que el Dios de Abraham es un Dios de vida y no de muerte.

Para el Autor, Abraham fue tan fiel al Dios verdadero que, para cumplir su compromiso con Él, estaba dispuesto hasta a sacrificar a su propio hijo, como -desafortunadamente- lo hacían los seguidores de religiones paganas, entre los cuales estaba viviendo Abraham.

Por esa absoluta fidelidad, Abraham fue considerado digno de que se le hicieran grandes promesas de parte de Dios: tener una descendencia numerosa como el polvo de la tierra o las estrellas del cielo (cfr Gn 13, 16; 22, 17). (Nos encontramos aquí con otra expresión que, obviamente no debemos interpretar al pie de la letra).

Toda la fuerza del relato está en el énfasis que hace de la fidelidad de Abraham a su Dios y en el alto grado de renuncia que estaba dispuesto a asumir.

Por otra parte, la narración quiere manifestar el absoluto rechazo divino a la costumbre cananea del sacrificio de los primogénitos en honor de sus dioses. Esta costumbre había sido frecuentemente rechazada por Dios, como consta en el Antiguo Testamento: Lv 18, 21; 20, 2-5; Dt 12, 31; 18, 10. Sin embargo, desafortunadamente algún rey impío de Israel, había intentado introducir dicha práctica abominable en Israel (cfr 2Re 16, 3; 21, 6; 23, 10).

En contra de tal absurdo abuso, reacciona indignado el Autor Sagrado y emplea la historia de Abraham, para mostrar que el Dios de Israel es un Dios de la vida y no de la muerte. ¡Él no quiere que Abraham y que nadie, ofrezca a su hijo en sacrificio! Frente a la tradición pagana de los sacrificios humanos, se opone con toda claridad la tradición de Israel de respecto absoluto de la vida de todos.

Parece, además, que hay otra intención del Autor Sagrado al ofrecernos la narración del sacrificio de Abraham. En efecto, él nos dice que Abraham se fue dirigiendo con su hijo Isaac al monte Moria, sobre el cual había un pequeño templo que más tarde, fue sustituido por el templo de Jerusalén, en que se ofrecía al Dios de la vida, sólo animales.

¡Cuántas enseñanzas, pues, encontramos en este extraordinario relato!: El rechazo de Dios por los sacrificios humanos; la absoluta fidelidad de Abraham, “nuestro Padre en la fe” y la designación del monte Moria como lugar de la presencia de Dios (“de su gloria”, cfr Ex 16, 7) que se manifestaría plenamente en el templo de Jerusalén.

Leído desde la perspectiva que acabo de indicar, el relato del sacrificio de Isaac, pierde el carácter de tragedia y gana en su auténtico sentido teológico, sin excluir el histórico, en cuanto que era verdad que Abraham había sido plenamente fiel y que nuestro Dios es el Dios de la vida.

Muchas gracias, pues, estimado Jaime, por su comentario que acojo como una invitación a que todos amemos y, entonces, a que estudiemos con profundidad la Sagrada Escritura.

 

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