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“La Costa Rica solidaria no puede quedarse en el papel”

By Febrero 03, 2022
Mons. José Manuel Garita, Obispo de Ciudad Quesada y Presidente de la Conferencia Episcopal Mons. José Manuel Garita, Obispo de Ciudad Quesada y Presidente de la Conferencia Episcopal

Recién en agosto anterior, al término de su CXXII Asamblea Ordinaria, los obispos del país constataban con dolor las secuelas que está dejando la pandemia provocada por el COVID-19, tales como las grandes brechas sociales y económicas que dividen a nuestro país. Denunciaban entonces “las dramáticas y vergonzosas cifras actuales de pobreza y desempleo”, que a su juicio “han de llevar a responder con acciones concretas que conduzcan a una mayor justicia y equidad”.

La Costa Rica solidaria -manifestaron los obispos- que apostó por la educación, las garantías sociales y la paz, en la década de los cuarenta del siglo anterior, “se ha venido debilitando grandemente, razón por la cual necesitamos retomar el camino que garantice el verdadero y auténtico bien común”. Manteniendo intactas estas y otras preocupaciones, el país encara este domingo el proceso electoral para elegir nuevas autoridades en la Presidencia de la República como en la Asamblea Legislativa. Al respecto conversamos con Monseñor José Manuel Garita, Obispo de Ciudad Quesada y Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica.

  

Monseñor, los costarricenses estamos convocados una vez más a un nuevo proceso electoral el próximo 6 de febrero, pero los estudios muestran que el llamado pasa de lejos para muchos, previendo un alto abstencionismo. ¿Qué consecuencias le preocupan de esta actitud apática y hasta de rechazo frente a la política?

Nos preocupa porque todos somos responsables del caminar del país, y gozamos de la posibilidad y regalo de Dios de elegir libremente a nuestros gobernantes. Es necesario que haya ese compromiso de todos para con las obligaciones ciudadanas; como bien se extrae del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 169, en un Estado democrático, las decisiones se toman ordinariamente por mayoría entre los representantes de la voluntad popular; debemos entonces asumir ese rol entre todos. Más específicamente, los católicos debemos actuar como ciudadanos responsables; es parte de nuestra misión y testimonio.

 

Históricamente tendremos en la papeleta del próximo 6 de febrero, 25 opciones de donde elegir. ¿Ve ventajas o desventajas en esta numerosa cantidad de candidatos y candidatas aspirando a la Presidencia de la República?

Son las reglas o condiciones que ha permitido el proceso democrático, lo más importante que quisiera resaltar es que, quienes buscan un puesto de elección popular, como lo ha señalado la Conferencia Episcopal de Costa Rica en diferentes mensajes, lo hagan con responsabilidad y pensando en el bienestar del país, pensando en el bien común y con soluciones concretas a los problemas que deben resolverse en nuestra nación.

 

A pesar de esta fragmentación, que se multiplica si pensamos en las candidaturas a diputados, ¿cuál es la responsabilidad ciudadana que los cristianos debemos de asumir para ejercer nuestro derecho al voto de una forma responsable?

San Juan Pablo II decía en Centesimus Annus, n. 46: “La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes”. Agregaba también en ese numeral que: “Una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana”. En esa medida, y creo que no es solo la responsabilidad cristiana, si vivimos en una democracia debemos buscar esas opciones que promuevan integralmente a la persona humana, que fortalezcan la democracia con opciones que nos garanticen esa representación. Para ello, fundamentalmente, y el Magisterio de la Iglesia también es amplio en este llamado, pero también lo ha hecho el Tribunal Supremo de Elecciones, es preciso informarse debida y conscientemente.

 

¿Cómo valora la actual campaña política llevada adelante por los partidos y sus candidatos?, ¿Ve populismo, faltan ideas y propuestas concretas para sacar adelante el país?

Quizás la mayor preocupación, en medio de la oferta electoral y la difusión y proliferación de mensajes a través de medios de comunicación tradicionales y, hoy, con el empuje de las redes sociales, es que se dé un espacio a la reflexión; detenernos a ver temas de fondo, y que todos nos preocupemos por darnos el tiempo para revisar propuestas a las grandes preocupaciones nacionales, como el desempleo, la pobreza, la reactivación económica, la educación, la solución de vivienda para tantas familias vulnerables, las luchas del sector agropecuario; solo por citar algunos. Es fundamental que, en cualquier propuesta, el ser humano esté en el centro de ellas, y a veces se deja al ser humano de lado por encontrar respuestas muy técnicas que no le llevan soluciones reales.

 

¿Qué temas siente que están quedando fuera del debate electoral y que deberían ser retomados para que los creyentes tengamos más elementos para saber por quién votar?

Se habla mucho, en abstracto, aunque no lo es, sobre el bien común, fraternidad, paz, solidaridad, justicia social. A la postre, para que haya verdadera justicia social y paz, tenemos que acabar con los problemas de desigualdad y pobreza que avergüenzan a nuestra nación, históricamente solidaria. Por ello, repito, toda decisión técnica en temas de economía o productividad, por ejemplo, deben poner al ser humano en el centro. No podemos hablar de bien común cuando hay personas que en nuestro país no tienen qué comer; no somos fraternos si hay niños y jóvenes sin acceso a educación de excelencia. No sé si serán los grandes temas, pero debemos humanizar la política; la solución a los grandes problemas del país pasa por llevar verdadero bienestar a todos, no a unos pocos, pasa por fortalecer la dignidad humana, con condiciones que le permita su desarrollo integral.

 

“Debemos humanizar la política; la solución a los grandes problemas del país pasa por llevar verdadero bienestar a todos, no a unos pocos, pasa por fortalecer la dignidad humana, con condiciones que le permita su desarrollo integral”. 

Mons. José Manuel Garita H.

Obispo de Ciudad Quesada

Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

 

No podemos ignorar el contexto de la pandemia y sus consecuencias, ¿cuáles deben ser a su juicio las prioridades nacionales a resolver de frente al drama humano y social causado por el Covid-19 en nuestro país?

La educación es clave; tenemos varios años y estamos realmente ante una emergencia educativa. Como obispo de Ciudad Quesada, tengo años de estar hablando de la necesidad de oportunidades, por ejemplo, en educación superior, para que los jóvenes puedan en la zona acceder a esta gran ventana que les permitiría en el futuro tener un cambio de vida. Pero, la pandemia ha evidenciado también otras problemáticas, pongo de nuevo ejemplo, a la Zona Norte, en la que grandes mayorías de niños y jóvenes no tiene dispositivos tecnológicos y no tienen acceso a internet para recibir educación. Hemos pedido, también, los obispos, la necesidad de quitarle cualquier ventana de ideologización a la educación. Pondría este tema como vital, porque si no, veremos más brechas en un futuro, que terminan en desigualdad, más pobreza, etc.

 

En su mensaje por el bicentenario de la independencia, los obispos recuerdan que la Iglesia históricamente ha levantado su voz para denunciar las injusticias, ¿Qué injusticias hoy considera que es necesario colocar en la agenda política para que sean asumidas como un deber de justicia por quienes aspiran a puestos de elección popular?

Hay mucha pobreza en nuestro país; hay regiones y sectores de la población que verdaderamente la pasan mal y se usan muchas veces sólo como imagen para aparecer en campaña. Hay niños, adultos mayores, mujeres que luchan solas en extrema pobreza. Como dice el Papa Francisco en Evangelii gaudium, n. 186: “De nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad”.

Esa preocupación real por sacar de la pobreza a los que están en esa condición, debe ser una lucha sin tregua en quienes nos gobiernan, antes que cualquier otra prioridad, velar por quienes la están pasando mal, aquellos que no tienen nada, pero que lo pierden todo por las lluvias, por una inundación, precisamente por las condiciones donde viven… son varios ejemplos. Es deber de todos también, y aquí sí, especialmente de quienes somos cristianos, hacer esa opción preferente por los pobres al estilo de Jesús.

 

Costa Rica es uno de los países con mayor desigualdad, no solo de la región, sino del mundo. ¿Perdimos el rumbo del Estado Social?, ¿Se extinguen en Costa Rica los principios cristianos del bien común y la solidaridad?, ¿Siente que recuperarlos debería de ser un eje de trabajo clave por quienes sean elegidos en los próximos comicios?

Lo decía en una respuesta anterior, el concepto de bien común o de una Costa Rica solidaria no puede quedarse en el papel. Es indispensable la conciencia de que todos trabajemos, y en particular, quienes sean elegidos para dirigir el país, por pasar “de condiciones de vida menos humanas a condiciones más humanas”, como señalaba San Pablo VI en su Encíclica Populorum Progressio, n. 20, cuando justamente proclamaba lo que debe ser un verdadero desarrollo; éste no está en lo técnico o tecnológico, es decir, valiéndose de esos recursos, es que podamos ponerlos al servicio del ser humano; y el hecho de que más de un millón de costarricenses estén en pobreza no es un hecho menor. Es hora de mirar con políticas gubernamentales la salida y solución a este flagelo que viven muchos de nuestros hermanos, sin vivienda digna, sin comida, sin acceso o posibilidad a trabajo digno. Luego del Bicentenario, Costa Rica debe apuntar a fortalecer esos valores que en otro momento enarboló y que la convirtieron en modelo, gracias a su solidaridad, justicia social y paz.

 

 

Last modified on Jueves, 03 Febrero 2022 12:42
Martín Rodríguez González

Periodista, licenciado en Ciencias de la Comunicación Colectiva y egresado de la maestría en Doctrina Social de la Iglesia. Trabaja en el Eco Católico desde el año 2002 y desde el 2009 es su director.

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