Después de dos años sin poder realizar la peregrinación y la Santa Misa en la cima del Cerro de la Cruz, un grupo de nicoyanos, acompañados por el Párroco de Nicoya, Pbro. Juan Carlos Vargas, cumplió con la tradición la mañana del pasado martes 3 de mayo.
Los vecinos se pusieron tenis y ropa deportiva y comenzaron la subida de un kilómetro y medio desde el Templo Colonial, en el centro de la ciudad. Una vez en la cumbre, bajo la gran cruz que embellece la montaña se instaló un pequeño altar.
Allí, en medio de la naturaleza, el canto de los pájaros, la vista de la ciudad y, más a lo lejos, del Golfo de Nicoya, se celebró la Santa Eucaristía.
Una leyenda y una tradición
Mario Rojas, servidor laico y folklorista, comentó que hay muchas leyendas entorno al Cerro de la Cruz (anteriormente conocido como de las Cruces, pues había tres cruces en vez de una) y, como ocurre en muchas de las tradiciones nicoyanas, se mezclan elementos indígenas y religiosos.
Por ejemplo, en la leyenda de la Yegüita se dice que esta descendió del Cerro para separar el pleito entre dos hermanos indígenas. En el caso de la leyenda del huevo de serpiente, expone que probablemente fue una manera de contrarrestar los rituales ajenos a la fe cristiana.
Recordó que cuando era pequeño su abuela y los vecinos acostumbraban adornar cruces con rosas el 3 de mayo. Asegura que aun personas que mantienen este tipo de devoción popular, sin embargo, es una tradición que se ha perdido con el tiempo, “son vestigios de la celebración que se hacía ese día”.
Según lo que ha investigado Rojas, la tradición de subir al Cerro de la Cruz dataría de los primeros años de la evangelización en Nicoya.
