Llevan a cabo actividades como visitas a comunidades, enfermos, adultos mayores, albergues de niños huérfanos, llevan diarios de alimento, colaboran en obras de la parroquia, entre otras. Asimismo, se instruyen en la fe, se les habla sobre salir a evangelizar sin miedo y acerca del servicio en la Iglesia.
Gracias a la generosidad de los niños de todo el mundo -reunidos en el Fondo Universal de Solidaridad de la Obra de Infancia Misionera-, en 2018 se enviaron más de 19 millones de euros para sostener 2.943 proyectos de ayuda a la Infancia de los territorios de misión en los campos de la educación, la evangelización y protección de la salud y la vida.
Identidad misionera
Nelsy Arias Gamboa, coordinadora del grupo de Infancia Misionera de la Parroquia San Pablo, en León Cortés, comenta que en la comunidad participan en total de 40 a 50 niños en la Infancia Misionera y que se trata de chicos entre los cuatro y los 12 años de edad.
El método de enseñanza está basado en cantos, dinámicas y juegos. La servidora señala que se busca transmitir a los chicos la identidad misionera, que se conviertan en discípulos misioneros de Jesús y que no tengan vergüenza de hablar a otros de Cristo y su mensaje de Salvación.
Por ejemplo, hay chiquitos que deciden hacer un “pequeño sacrificio”, este puede consistir en no comer golosinas durante unos días y usar el dinero que ahorraron para darlo a una familia necesitada o a una obra social determinada.
Nelsy lamenta que en ocasiones sean los mismos padres quienes priven a sus hijos de participar de la Infancia Misionera, pues prefieren que lleven a cabo otro tipo de actividades o simplemente argumentan no tener tiempo para llevarlos. Desea también que los párrocos acepten abrir espacios de este tipo en otras parroquias.
Por otro lado, la coordinadora destaca que los niños de la Infancia Misionera reconocen la importancia del servicio dentro de la Iglesia, al punto que muchos de ellos sirven como monaguillos.
De hecho, en su parroquia, hay un grupo de chicos conocidos como los “monaguillos misioneros”, quienes se reúnen una vez al mes para aprender aspectos relacionados con el servicio en el altar.
Todos los bautizados están llamados a la misión. Sobre todo OMP expone que los niños son capaces de Dios desde la más temprana edad. “Desde esta capacidad de conocer y encontrar a Dios en sus vidas, nace otra capacidad intrínseca: los niños son capaces de la misión”, afirma.
Y agrega que: “Despertar el sentido misionero en los niños es primordial, ya que, desde que recibimos el bautismo, todos somos misioneros. La misión hace que crezca en los niños un espíritu de amor al prójimo, de generosidad, solidaridad y entrega que les acompañará para toda la vida”.
Si desea conocer más sobre la Infancia y Adolescencia Misionera o convertirse en un animador puede ponerse en contacto con Obras Misionales Pontificias (OMP) al 2221-3053.