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“El Vaticano II fue al Evangelio, no a la ideología”

By Noviembre 04, 2022
Padre Manuel Chavarría, teólogo pastoralista, formador del Seminario Nacional. Padre Manuel Chavarría, teólogo pastoralista, formador del Seminario Nacional.

A diferencia de otros teólogos pastorales, evita la frase: “Es que el Concilio Vaticano II no ha sido implementado”. Al contrario, prefiere valorar los esfuerzos hechos por tantos servidores en la Iglesia y destacar los cambios de paradigmas como el protagonismo de los laicos.

El Padre Manuel Enrique Chavarría Estrada, especialista en Teología Pastoral, analizó en diálogo con el Eco Católico el impacto que tuvo este gran evento del siglo XX.

¿Sigue vigente el Evangelio? ¿Cómo llevarlo a la humanidad en la época actual? Eran preguntas que resonaban en la época. Era la primera vez que la Iglesia se dedicaba exclusivamente a responder a la cuestión pastoral, señala el Padre Chavarría.

A diferencia de otros Concilios, esta vez no se trató de defender las verdades (dogmas) ante doctrinas contrarias, en este caso se buscaba profundizar en la vivencia del Evangelio. Pablo VI decía: “Lo que importa es evangelizar, no de manera decorativa, como barniz superficial, sino de manera vital, en profundidad y hasta sus mismas raíces” (cf. Evangelii Nuntiandi).

Según el Padre Chavarría, se corría el riesgo de que las personas vieran el cristianismo como una simple religión con sus normas y tradiciones, alejada cada vez más de sus raíces y que finalmente se viviera como si Dios no existiera. “Todo el engranaje del Concilio es en atención de la realidad y de dar una respuesta de acuerdo con la misión de la Iglesia, que es presentar a Jesucristo”, apunta.

El sacerdote advierte, eso sí, que las reflexiones en torno al tema pastoral habían iniciado antes. El Vaticano II buscó ser una respuesta a las inquietudes que había ante el “desencuentro” entre la sociedad moderna y la Iglesia.

“No es solo el modo dogmático o bíblico, sino es el pensamiento de cómo vivir esto y proponerlo en estas circunstancias”, afirma el presbítero. La Iglesia entonces ha de inculturarse y dialogar, “salir a la búsqueda del hombre de hoy”, dijo. 

Gaudium et spes, la única Constitución Pastoral derivada del Concilio Vaticano II cita: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo (...) La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia” (Num. 1). “A partir de ese principio se desarrolla una actitud nueva de la Iglesia frente al mundo, o en el mundo”, expresó el Padre Chavarría.

 

Más que una religión, una experiencia

 

“La teología del Concilio Vaticano II es la Teología de la Historia de Salvación y esta es una gran respuesta a toda la Ilustración, porque esta y la modernidad habían cuestionado las creencias y la validez de creer basado únicamente en que “porque lo dijo Dios y la autoridad”.

Entonces la Iglesia reconoce el valor de la razón en la búsqueda de la verdad y en las respuestas a las situaciones de hoy, pero enriquece esto con la luz del Evangelio.

Incluso años más tarde, el Papa San Juan Pablo II publicará la Encíclica Fides et Ratio, donde expone que la fe y la razón son “dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad”. “La fe es racional, la fe es comprensible, aunque se refiere a un misterio, la fe no es indescifrable sino que es una puerta que nos abre la relación con un Dios que se manifiesta en la historia”, detalla el sacerdote.

Se destacó entonces que no se trataba solo de cumplir normas y preceptos, el “ponerse a derecho con Dios” para ir al cielo. En realidad es encontrarse con Él y responderle, desarrollar lo que hoy se denomina como discipulado misionero.

El pueblo de Dios es protagonista de su historia, aunque a lo interno de la comunidad haya servicios, carismas, ministerios, llamados y condiciones humanas y personales distintas.

El Padre Chavarría explica que “esto hace entender la Iglesia como un pueblo en comunión, una comunión, no una sociedad perfecta regida por la jerarquía, sino que todos en la Iglesia en cuanto al Bautismo estamos en una posición circular”.

El principio de autoridad entonces es principio de servicio, inspirado en la Kénosis de Jesucristo (“Se despojó de sí mismo tomando condición de siervo”, Filipenses, 2, 7).

 

Falta por hacer

 

Otro aspecto relevante es la visión de la dinámica de la Iglesia como comunidad, la cual se desarrolla a partir del encuentro con Cristo y profundiza en esa experiencia a través de la celebración de los sacramentos y la oración, que vive entre los hombres (la dimensión de la caridad, Pastoral Social…) y propone el Evangelio. En esta línea también subraya el impulso del Ecumenismo.

Anteriormente, la premisa se centraba en que todo bautizado era cristiano y debía seguir su camino al cielo. Ahora se habla de vivir el encuentro con Cristo y compartir esa experiencia con otros. Por consiguiente, también se asume, por ejemplo, el Sacramento del Matrimonio como un Sacramento de Misión.

Se puso en el tapete el protagonismo del laico en la acción misionera de la Iglesia. De manera paralela al Concilio Vaticano II y con más fuerza después, se desarrollarían diferentes grupos y movimientos católicos como Cursillos de Cristiandad, Jornadas de Vida Cristiana, Camino Neocatecumenal, Renovación Católica Carismática, entre otros.

“La Iglesia desde muchas décadas antes del Concilio, hasta el presente, y nos esperan muchas más décadas, está haciendo una gran transición de vivir el catolicismo como una mera religión para pasar a vivirlo como un acontecimiento, el acontecimiento cristiano, cuyo vino nuevo es el discipulado misioneros y los odres la red de comunidades”, expresó el Padre Chavarría.

“Es pasar de una mera religión al acontecimiento de la libertad de los hijos de Dios, no basada en el miedo y la culpa, sino en la relación constante y madura”. Para el sacerdote es reduccionista argüir que la Iglesia “es lenta”, “que llega tarde”, o “que no quiere oír”.“No sé de qué Iglesia hablan, porque la que yo conozco es la de gente que se ha partido el alma para llevar a Jesucristo”, expuso.

Y concluyó: “La gran lección del Vaticano II fue que se fue al Evangelio, no a la ideología, porque el Evangelio siempre será instancia crítica. Unos hoy están pasando las ideologías como si fueran evangelios”.

Danny Solano Gómez

Periodista, licenciado en Producción de Medios, especializado en temas de fe católica, trabaja en el Eco Católico desde el año 2009.

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