Según explicó el párroco, Pbro. José Manuel Araya, los Misioneros Redentoristas están en este santuario y parroquia desde 1927. Desde su llegada la labor misionera con las “Misiones Populares” fue un enorme aporte a la vida eclesial costarricense. Junto a ellas se promovieron la devoción a la Virgen del Perpetuo Socorro y sobre todo un misionero redentorista español Rev. P. Carlos Cavero, quien sembró la devoción a San Gerardo María Mayela, gran intercesor de las mujeres que no pueden quedar embarazadas y niños con dificultades de salud en el embarazo, durante el parto y sus primeros años de vida.
Por su fe y predicación sobre la vida y milagros de San Gerardo muchos fueron bautizados con el nombre de Gerardo y muchas con el nombre de Mayela. Por eso -detalló- es muy frecuente ver a lo largo del año mujeres embarazadas que acuden a pedir la intercesión del San Gerardo y su bendición con la reliquia de Primer grado que se tiene. Además, su fiesta cada 16 de octubre es una enorme manifestación de fe, ya sea durante la novena como el propio día. “Muchos niños, jóvenes y adultos con sus familiares acuden con trajes imitando el hábito religioso de este misionero redentoristas San Gerardo”, dijo.
“Creemos que este acontecimiento es un regalo de Dios, un privilegio y un compromiso a clamar y defender el derecho a la vida, la protección de la misma en las madres embarazadas y la salud de los niños”, concluyó el Padre Araya.
El santo de los partos felices
San Gerardo María Mayela nació en 1726 en Muro, pequeña ciudad del Sur de Italia, donde aprende el oficio de sastre. Para él, la caridad y la solidaridad cotidiana son un constante crecimiento en el amor de Dios. Su deseo de seguir a Cristo le lleva a pedir ser admitido por los Capuchinos, pero su petición es denegada por ser delgado y de débil salud.
Entonces Gerardo se enamora total y absolutamente de la forma de vida que San Alfonso, el fundador de los Redentoristas, ha previsto para los miembros de su congregación. Hace su primera profesión como Hermano laico redentorista el 16 de julio de 1752 y desempeña todo tipo de servicios en la comunidad: jardinero, sacristán, sastre, portero, cocinero, carpintero y albañil. Además, sus palabras mueven el corazón de la gente en las misiones, comprometido con el anuncio de la Buena Noticia.
Pocos santos son recordados por tantos milagros como los que se le atribuyen a San Gerardo. Lo más importante eran sus milagros para ayudar a los demás como, por ejemplo, devuelve la vida a un chico que se había caído desde una roca; bendice la escasa cosecha de una familia pobre y les llegará hasta la próxima siega; multiplica el pan que reparte a los pobres; camina sobre las aguas para conducir un barco lleno de pescadores y llevarlo a puerto seguro… Desde el comienzo, se le atribuyen muchos prodigios a favor de las madres, protegiéndolas en el embarazo, ayudándolas a tener un buen parto e inspirándolas en la educación de los niños. Las madres acudían con mucha confianza a él. Gerardo veía en cada nueva vida un don de Dios que se debe cuidar y proteger.
Debido a los milagros que Dios ha obrado por intercesión de Gerardo en favor de las madres, las mamás de Italia pusieron gran empeño en que la Santa Sede nombrara a San Gerardo patrono suyo. En el proceso de beatificación se asegura que Gerardo era conocido como “el santo de los partos felices”. Muchos hospitales dedican su departamento de maternidad al Santo y distribuyen entre sus pacientes medallas e imágenes de San Gerardo con su oración propia. San Gerardo sigue siendo hoy un modelo para todos, especialmente para los misioneros redentoristas, por su búsqueda constante de la voluntad de Dios y por su amor a Jesucristo, crucificado y resucitado, Buena Noticia de la Salvación.