Francisco llegó en un momento justo, el indicado para que llegara un Papa latinoamericano, que hubiera vivido la experiencia pastoral en las circunstancias latinoamericanas.
Se ha mostrado como un pastor de las ovejas, un pastor de la iglesia. No digo que los otros no lo fueran, sin duda cada papa es pastor de la iglesia universal, pero lo que ha hecho Francisco con determinados gestos han acercado a mucha gente a la institución del papado. Esa relación tan cercana con la gente ha hecho que muchos sientan atracción. Los nuncios solo intentamos seguir las indicaciones que nos envían los papas.
En estos diez años ¿cuál o cuáles cree que son los rasgos más representativos del pontificado de Francisco?
Un pastor con olor a oveja reitero, eso viene de una frase que él mismo pronunció al inicio de su pontificado, me parece que la primera vez que la dijo fue dirigida a los sacerdotes durante una Misa Crismal, en ese momento habló de que los sacerdotes deben tener olor a ovejas, pastorear la grey que el Señor les ha confiado, vivir con su grey, como un pastor que conduce a las ovejas. Pienso que es una imagen que ha calado en la espiritualidad de los sacerdotes.
Desde que asumió como Papa, Francisco dijo que quería una Iglesia pobre, ¿qué impacto ha tenido esto específicamente en Costa Rica? ¿Observa pasos hacia esa Iglesia pobre?
Sí, este deseo del Papa de una iglesia pobre en realidad viene del Concilio (Vaticano II), creo que a nivel de iglesia universal ha tenido su impacto. No es algo que podríamos ver de la noche a la mañana, es algo que requiere tiempo. Esta idea entra en la consciencia de los obispos, sacerdotes, religiosos, laicos… vivir una vida de pobreza, que no significa vivir en la miseria, se trata de no estar atados a los bienes de esta tierra, de estar unidos a Jesucristo y su Evangelio.
La Iglesia de Costa Rica, en general la Iglesia latinoamericana, está compuesta por países donde hay una acentuada pobreza, las periferias de la iglesia, esas que no son únicamente geográficas. Sabemos, por ejemplo, que en San José hay zonas y barrios caracterizados por la pobreza y algunos por la miseria, allí los sacerdotes, guiados por los obispos, se adaptan a las circunstancias y anuncia el Evangelio para ayudar a la gente a levantarse de la miseria, sobre todo espiritual. Aun no podemos verlo claramente, apenas son 10 años de pontificado de Francisco y esto de la Iglesia pobre viene también de hace 50 años, con el Concilio, pero poco a poco vamos viendo los frutos.
Son 10 años en los que además vemos que el Papa ha dejado un magisterio en el que incursiona en temas como el cuidado del ambiente o, como él dice, de la Casa Común.
Sí, así lo ha concentrado sobre todo en su Encíclica Laudato si`, título tomado de las primeras palabras del Cántico de las Criaturas de San Francisco de Asís, de quien el Papa toma además su nombre e intenta en cada circunstancias manifestar esa espiritualidad franciscana.
El calentamiento global es un problema muy serio que vivimos y que se agrava. También hemos tenido tres años de la Pandemia de Coronavirus, que en cierta manera nos remite a la Encíclica, de cuidar el espacio en el que vivimos y la vida de todos. Me gustaría aprovechar para destacar el trabajo encomiable de la Universidad Católica con el Observatorio Laudato si´. Básicamente, el Papa busca que abramos los ojos ante la realidad que nos rodea.
Su Santidad también se distingue por su cercanía con los jóvenes
Efectivamente, tiene una sintonía especial con los jóvenes. Siempre los anima a tener esperanza, a vivir los valores del Evangelio, a ser mensajeros de esperanza, a no encerrarse en sí mismos. Si pusiéramos en práctica los valores evangélicos no habría guerras, como la tercera guerra mundial que vivimos a pedazos, como dice Francisco.
Una vez un predicador nos decía que si el mundo viviera el Evangelio tan solo 15 minutos, en ese tiempo el mundo se transformaría.
Usted ha compartido con Francisco en varias ocasiones, ¿hay alguna anécdota que quiera compartir?
Así es, los nuncios apostólicos todos los años tenemos una audiencia privada con el Papa. La anécdota que puedo contar, para gloria de Costa Rica, es de cuando él me recibió antes de que yo llegara a este país. Fue en noviembre de 2019, en cuanto entré me dijo: “Sabe que el mejor café del mundo es el de Costa Rica? Yo me reía y le dije con sinceridad: “No, no lo sabía, yo pensaba que era el de Colombia o el de Brasil”, y el respondió: “Pues el mejor café del mundo es de Costa Rica”. Yo le pregunté si él conocía Costa Rica, me dijo que no. “Hay que preparar un viaje apostólico”, le contesté, se quedó en silencio, quizá algún día. Ojalá, Dios lo quiera.