En su primer día de viaje, Gallagher, acompañado por la Canciller, se dirigió -informa la cuenta X de la Secretaría de Estado @TerzaLoggia- hacia Darién, donde se extiende la selva fronteriza con Colombia y Panamá, que se ha convertido en una ruta clave para todos los migrantes que se dirigen a EE.UU. desde Sudamérica a través de Centroamérica y México. Una peligrosa selva en la que han muerto miles de hombres, mujeres y niños. Los supervivientes son acogidos y asistidos en el centro de acogida de Lajas Blancas; el Papa Francisco se dirigió a ellos el pasado 21 de marzo con un emotivo mensaje. Y fue precisamente a Lajas Blancas donde Monseñor Gallagher visitó el Centro y luego se reunió con los agentes pastorales del Vicariato Apostólico y las autoridades del Senafront, el Servicio Nacional de Fronteras.
El mensaje del Papa
Recién a finales de marzo, el Santo Padre el Papa Francisco animó, a través de un mensaje, los esfuerzos de las Iglesias de Panamá, Colombia y Costa Rica que sirven a los hermanos migrantes que cada día cruzan la selva del Darién en su objetivo de llegar a Estados Unidos. El trayecto está lleno de peligros y no pocas personas han perdido la vida en él. Se calcula que al menos, medio millón de personas pasó por las fronteras de los tres países el año pasado, muchos de ellos son niños o tienen condiciones de vulnerabilidad.
Precisamente para conocer de cerca la realidad de estos hermanos, los obispos con territorio de frontera de los tres países, junto al Nuncio Apostólico en Panamá, Monseñor Dagoberto Campos Salas, viajaron (19-22 de marzo) hasta la selva del Darién, a fin de encontrar caminos que permitan, en conjunto con las autoridades nacionales, atender de mejor forma a los hermanos migrantes. Por Costa Rica viajaron: Monseñor Javier Román, obispo de Limón, Monseñor Manuel Eugenio Salazar, obispo de Tilarán-Liberia, Monseñor Juan Miguel Castro, obispo de San Isidro, Monseñor José Manuel Garita, obispo de Ciudad Quesada y Monseñor Daniel Blanco, obispo auxiliar de San José, responsable del área de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal.
"La Iglesia en Latinoamérica y el Caribe, como lo atestiguan las cinco conferencias generales de su Consejo Episcopal, siempre ha expresado su preocupación por el tema de la migración, buscando ser una Iglesia sin fronteras, Madre de todos. Es por eso que, como cristianos, cada refugiado y migrante que abandona su patria nos interpela. En nuestros pueblos encontramos al mismo tiempo la fraternidad hospitalaria que acoge con sensibilidad humana, pero desgraciadamente también, la indiferencia, que ensangrienta el Darién", escribió el Santo Padre.
