No se podría expresar mejor, apunta Francisco, el orgullo y la emoción de un padre que reconoce haber transmitido al hijo lo que importa de verdad en la vida, o sea, un corazón sabio. Este padre no dice: “Estoy orgulloso de ti porque eres precisamente igual a mí, porque repites las cosas que yo digo y hago”.
No, no le dice sencillamente algo. Le dice algo mucho más importante, que podríamos interpretar así: “Seré feliz cada vez que te vea actuar con sabiduría, y me emocionaré cada vez que te escuche hablar con rectitud. Esto es lo que quise dejarte, para que se convirtiera en algo tuyo: el hábito de sentir y obrar, hablar y juzgar con sabiduría y rectitud. Y para que pudieras ser así, te enseñé lo que no sabías, corregí errores que no veías. Te hice sentir un afecto profundo y al mismo tiempo discreto, que tal vez no has reconocido plenamente cuando eras joven e incierto. Te di un testimonio de rigor y firmeza que tal vez no comprendías, cuando hubieses querido sólo complicidad y protección. Yo mismo, en primer lugar, tuve que ponerme a la prueba de la sabiduría del corazón, y vigilar sobre los excesos del sentimiento y del resentimiento, para cargar el peso de las inevitables incomprensiones y encontrar las palabras justas para hacerme entender. Ahora -sigue el padre-, cuando veo que tú tratas de ser así con tus hijos, y con todos, me emociono. Soy feliz de ser tu padre”.
“Un padre sabe bien lo que cuesta transmitir esta herencia: cuánta cercanía, cuánta dulzura y cuánta firmeza. Pero, cuánto consuelo y cuánta recompensa se recibe cuando los hijos rinden honor a esta herencia. Es una alegría que recompensa toda fatiga, que supera toda incomprensión y cura cada herida”, asegura el Papa.
La primera necesidad, por lo tanto, es precisamente esta: que el padre esté presente en la familia. Que sea cercano a la esposa, para compartir todo, alegrías y dolores, cansancios y esperanzas. Y que sea cercano a los hijos en su crecimiento: cuando juegan y cuando tienen ocupaciones, cuando son despreocupados y cuando están angustiados, cuando se expresan y cuando son taciturnos, cuando se lanzan y cuando tienen miedo, cuando dan un paso equivocado y cuando vuelven a encontrar el camino; padre presente, siempre.
Decir presente -aclara- no es lo mismo que decir controlador, porque los padres demasiado controladores anulan a los hijos y no los dejan crecer.