Las madres siempre nos recuerdan a Dios porque ellas trasmiten esa caricia Divina, ellas llevan esa sonrisa de Dios a sus hijos. No podemos obviar que algunas madres han descuidado su vocación, por ellas oramos para que la recuperen y sigan cuidando con celo los hijos que el Señor les ha dado.
Nos dice el Papa Francisco “las madres son el antídoto más fuerte ante la difusión del individualismo egoísta… Son ellas quienes testimonian la belleza de la vida. Sin duda, una sociedad sin madres sería una sociedad inhumana, porque las madres saben testimoniar siempre, incluso en los peores momentos, la ternura, la entrega, la fuerza moral. Las madres transmiten a menudo también el sentido más profundo de la práctica religiosa: en las primeras oraciones, en los primeros gestos de devoción que aprende un niño… Sin las madres, no sólo no habría nuevos fieles, sino que la fe perdería buena parte de su calor sencillo y profundo… Queridísimas mamás, gracias, gracias por lo que son en la familia y por lo que dan a la Iglesia y al mundo”[1]
Con estas palabras del Papa queremos hacer extensiva nuestra felicitación a todas las madres y pedimos al Buen Dios y a Nuestra Madre del Cielo que las proteja. Y oramos por todas aquellas mujeres que tienen miedo o tristeza ante la idea de ser madres para que se abran al don maravilloso de la vida y puedan seguir trayendo esperanza y amor al mundo.
[1] Papa Francisco. Amoris Laetitia 174.