“La sexualidad humana -escriben- al ser una dimensión esencial de la persona, no puede ser reducida a constructos ideológicos ni a meras imposiciones culturales que muchas veces distorsionan su verdadero significado”.
Por eso, agregan, es necesario que los programas educativos ofrezcan información objetiva y científicamente fundamentada, “respetando las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, así como el desarrollo natural de los niños y jóvenes”.
Al mismo tiempo, “deben promover una formación integral que abarque aspectos biológicos, afectivos y éticos, ayudando a los estudiantes a comprender el profundo valor de la sexualidad como una expresión de amor y donación responsable”.
De esta manera, prosiguen los obispos en su comunicado, se brinda a los estudiantes las herramientas necesarias para tomar decisiones informadas, libres y responsables, sin caer en confusión ni relativismos y se respeta el derecho de los padres de familia a ser los principales educadores de sus hijos en un tema tan delicado y fundamental.
“La familia es el núcleo esencial para la formación de las personas, y es allí donde los niños deben recibir las bases que los guíen a vivir la sexualidad con respeto, responsabilidad y madurez”, apuntan.
Los obispos invitan a todos los sectores de la sociedad, especialmente a los padres, educadores y líderes comunitarios, a acompañar este proceso de readecuación con responsabilidad y apertura, reconociendo que la formación de las nuevas generaciones es una tarea compartida.