
Con la prudencia que le caracteriza, Mons. Óscar Fernández, Obispo de Puntarenas, pondera cada palabra antes de responder. Este domingo 22 de diciembre cumple sus 75 años de edad, lo que significa que, de acuerdo con las normas canónicas, debe presentar su renuncia al Santo Padre.
“Tengo ganas, sí”: con estas palabras, el Papa Francisco confirma su disposición de realizar un viaje apostólico a China, en una entrevista concedida al Padre Pedro Chia, director de la Oficina de Prensa de la Provincia de China de la Compañía de Jesús.
El diálogo de casi diecisiete minutos fue publicado en las redes sociales de la congregación y grabado en la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano el 24 de mayo, memoria de Nuestra Señora Auxiliadora, patrona del santuario de Sheshan. El Pontífice manifiesta su deseo de visitar dicho santuario, en Shangái, y comenta que tiene una imagen de esta advocación mariana en su residencia, en Casa Santa Marta.
Estaba plenamente consciente de lo que acontecería en esa gélida mañana porteña. En mi interior sabía que la experiencia que estaba por vivir me brindaría un calor que abrazaría mi corazón, disipando el invernal manto que envolvía la ciudad.
Ese día se grabaría en mi memoria como un recuerdo imperecedero el esperado encuentro con el fraile Luis Pascual Dri OFM Cap, confesor del Papa Francisco cuando todavía era Arzobispo de Buenos Aires.
La posibilidad de verlo y dialogar con él cobró forma cuando se hizo público, el pasado domingo 9 de julio, que el Santo Padre le conferiría el cardenalato a aquel que había sido su confesor. Fue entonces cuando comenzó a germinar en mi mente la idea de conocer a este venerable hombre, cuya influencia y relación espiritual con el Papa trascendían los límites del confesionario.
Con pasos firmes alcanzamos la imponente puerta de su monasterio, en el Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Nueva Pompeya, donde se encuentra la curia provincial y la enfermería.
Con los latidos del corazón en un compás acelerado, rogamos a Nuestra Señora que intercediera por la salud del Padre, pues habíamos sido informados de que estaba afectado por un resfrío. Gracias a Dios, nuestras plegarias fueron escuchadas y el amable fraile nos recibió con benevolencia en su morada.
Ya frente a él, no pude dejar de notar que en los trazos de su rostro se distingue un fulgor radiante que refleja la sabiduría acumulada a lo largo de los años. A pesar de su dolencia y el severo resfrío que aquejaban su cuerpo, lo más sobresaliente fue su deseo inquebrantable de recibirnos.
Entonces me presenté y expliqué el motivo de la reunión: “Soy un monje de la Orden Libanesa Maronita y mi deseo es compartir su mensaje a través del perínclito periódico “Eco Católico” de Costa Rica”.
Inmerso en un torbellino de emociones, incluso me concedí la osadía de contactar al director de dicho medio de comunicación, el Lic. Martín Rodríguez, quien previamente me había mencionado haber leído gran cantidad de entrevistas sobre el Padre Luis. Con cortesía, el señor cardenal le extendió su saludo y con el corazón lleno de sentimiento, le otorgó una bendición cargada de emotividad.