“Monseñor: otra vez la guerra, las destrucciones, la muerte… Estamos lejos, pero algo de ese horror de la guerra, nos llega y ahora, además, con el riesgo de que se dañe una central nuclear. ¡Dios mío, Tú no puedes querer tanto sufrimiento! Y Tú que todo lo ves y todo lo puedes, ¿por qué no pones fin a tanto desastre? Monseñor, ¿nos comenta algo al respecto?
Jennifer Calderón A. - San José
Como usted afirma, estimada Jennifer, sólo le ofrezco algunas líneas de una “reflexión en voz alta”, sobre un tema -el del dolor humano- que más bien es un misterio y que exigiría mucho más que unas breves consideraciones.
Ante todo conviene subrayar lo que usted misma afirma en su “invocación”: Dios no puede querer tanto sufrimiento, tanto dolor y daño infligidos a los débiles, a los niños, a los ancianos.
Gracias al trabajo de investigación del sacerdote y antropólogo, Ricardo Falla S.J, masacres como las ocurridas en la Finca San Francisco Netón (17 de julio 1982) y en poblaciones del Ixcán, durante la década de 1980 en Guatemala, han sido reconocidas como genocidio.