El Papa constata como tiempo de pandemia nos obligó a todos a vivir una vida más austera y sencilla, volcó nuestra mirada hacia lo que verdaderamente importa pensar en el otro, en la familia y a priorizar nuestras necesidades.
“La crisis, en cierto sentido, nos ha brindado la oportunidad de desarrollar nuevas formas de vida. Se pudo comprobar cómo la Tierra es capaz de recuperarse si la dejamos descansar: el aire se ha vuelto más limpio, las aguas más transparentes, las especies animales han regresado a muchos lugares de donde habían desaparecido. La pandemia nos ha llevado a una encrucijada. Necesitamos aprovechar este momento decisivo para acabar con actividades y propósitos superfluos y destructivos, y para cultivar valores, vínculos y proyectos generativos”.
Igualmente, el Santo Padre menciona que los hábitos de consumo en nuestros hogares deben examinarse: “Debemos examinar nuestros hábitos en el uso de energía, en el consumo, el transporte y la alimentación. Es necesario eliminar de nuestras economías los aspectos no esenciales y nocivos y crear formas fructíferas de comercio, producción y transporte de mercancías”.
Este tiempo de crisis, expresa, es además una oportunidad también para optar por nuevas formas de relaciones sociales que sean más equitativas, por ejemplo, perdonando las deudas de los demás.
“En este sentido -pide el Santo Padre- renuevo mi llamamiento para cancelar la deuda de los países más frágiles ante los graves impactos de la crisis sanitaria, social y económica que afrontan tras el Covid-19. También es necesario asegurar que los incentivos para la recuperación, que se están desarrollando e implementando a nivel global, regional y nacional, sean realmente eficaces, con políticas, legislaciones e inversiones enfocadas al bien común y con la garantía de que se logren los objetivos sociales y ambientales globales”.
Reparar la biodiversidad
La pandemia, recuerda Francisco, ha visibilizado que la Tierra debía descansar, muchos en el mundo han manifestado observar especies de animales que antes no veían, la contaminación disminuyó en el mundo provocando un gran beneficio ante los estragos que estaba ocasionando el cambio climático.
“Se debe hacer todo lo posible para limitar el crecimiento de la temperatura media global por debajo del umbral de 1,5 grados centígrados, tal como se ratificó en el Acuerdo de París sobre el Clima: ir más allá resultará catastrófico, especialmente para las comunidades más pobres del mundo”, agrega.
“Estamos obligados a reparar según justicia, asegurando que quienes han habitado una tierra durante generaciones puedan recuperar plenamente su uso. Las comunidades indígenas deben ser protegidas de las empresas, en particular de las multinacionales, que, mediante la extracción deletérea de combustibles fósiles, minerales, madera y productos agroindustriales, hacen en los países menos desarrollados lo que no pueden hacer en los países que les aportan capital”, denuncia Su Santidad-
El documento, también hace alusión a las palabras del fallecido Papa Juan Pablo II citadas en la Amazonia en el 2001: “Esta mala conducta empresarial representa un “nuevo tipo de colonialismo” que explota vergonzosamente a las comunidades y países más pobres que buscan con desesperación el desarrollo económico. Es necesario consolidar las legislaciones nacionales e internacionales, para que regulen las actividades de las empresas extractivas y garanticen a los perjudicados el acceso a la justicia”.
Finalmente, el documento felicita a grupos de ciudadanos que han llevado adelante iniciativas y crean conciencia en pro del cuidado de la creación: “Nos alegramos además de que las comunidades de creyentes se estén uniendo para crear un mundo más justo, pacífico y sostenible. Es motivo de especial alegría que el Tiempo de la Creación se esté convirtiendo en una iniciativa verdaderamente ecuménica. “Sigamos creciendo en la conciencia de que todos vivimos en una casa común como miembros de la misma familia”, concluye.
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