El sacerdote Alejandro Sandí alberga 96 perros, todos recogidos de la calle. Desde hace más de 10 años comparte su vocación sacerdotal con el amor por los animales, como creación de Dios que son. Fue por ahí de 2001 cuando recogió el primero, llegando a tener más de 120 durante este tiempo.
Manolo, Pelona, Mango, Princesa son algunos de los nombres de sus mascotas. De cada uno de estos caninos guarda una anécdota. Tal es el caso de La Macha, una perra a la que le ofreció su libertad, atada al cariño que solo él le puede dar.
Según recuerda, cuando intentó colocarle un collar a la perra, ella se resistía, quizás porque había sido amarrada con un mecate que le provocó una herida alrededor de su cuello.
Proyecto C.A.S.A.
Actualmente el sacerdote cuenta con un proyecto llamado C.A.S.A, que quiere decir comida, atención, salud y ambiente seguro.
Al principio cuando los recogía de las calles los castraba, vacunaba y los daba en adopción, sin embargo, esto último dejó de ser una posibilidad por diversos factores, entre ellos el hecho de volver a encontrarse con los perros abandonados nuevamente en la calle.
También en el sentido de que se encariña con ellos y le duele verlos partir con sus nuevos dueños, de ahí que tuvo la iniciativa de crear dicho proyecto.
“Los que los conocemos y los amamos, sabemos que nos pertenecen”, por lo tanto, hay un rotundo no a darlos en adopción, “ya no podría regalarlos, soy leal a ellos”, afirma.
Según contó, este “es un proyecto personal, así como el que arregla carros quiere su taller, el que quiere caballos quiere su establo, es el sueño de cada uno, así que dije tengo que buscar un lote”.
Los obstáculos nunca fueron impedimento para que en Aserrí, de donde además es oriundo el sacerdote, hubiera un lugar para los animales gracias a colaboración de la comunidad y de personas solidarias.
Para que este proyecto sea posible el Pbro. Sandí ha vendido palomitas de maíz, churros y pupusas después de Misa. También zapatos, sombrillas, todo lo que la misma gente le ha donado, según relató.
Los perros andan sueltos, están libres todo el tiempo. Están vacunados, desparasitados y tienen sus medicamentos, pues algunos están más viejitos, tienen alguna enfermedad o necesitan algún alimento específico.
Pandemia ha creado necesidad
El sacerdote les corta el pelo y las uñas, “este es mi proyecto, no dan ganancia, no son chanchos que dan chicharrón, no son gallinas que dan huevos, es una manada hecha, están ancianitos y hay que chinearlos, cuidarlos y hasta curarlos” añadió.
Para ello, el párroco de San Miguel vendía alimentos al finalizar la Eucaristía, sin embargo, como actualmente los templos se encuentran cerrados como medida de prevención ante la pandemia, no ha podido solventar todas sus necesidades.
“Vendo de todo para ayudarme”, asegura. Quien desee colaborar con esta obra puede ponerse en contacto a través del Facebook Proyecto CASA-Padre Alejandro. También se reciben donaciones por medio de Sinpe Móvil, al 8376-8782.
En un relato escrito por el mismo sacerdote, expresa que es parte de la manada de los más de 100 rabos que han movido la cola cada vez que lo ven.
Además, el padre dice que las más de cien historias que podría contar de los caninos le enseñan la lealtad, el ser agradecido y estar contento siempre.
Su proyecto cuenta con los respectivos permisos del Servicio Nacional de Salud.