“La vejez”, afirma el Papa, “es ante todo un recordatorio beneficioso de la dinámica universal de la vida”. Una vida en la que a menudo solo se valora si produce riqueza o éxito, si se alcanza poder o autoridad. La fragilidad, de hecho, “es ocultada o distanciada por quienes cultivan ilusiones mundanas, para no tener ante sus ojos la imagen de lo que inevitablemente seremos”.
“Sin embargo, es saludable reconocer que envejecer «forma parte de la maravilla que somos». Esta fragilidad, «si tenemos el coraje de reconocerla», de abrazarla y cuidarla, «es un puente hacia el cielo»”, añadió.
La salvación está en la humildad
La fragilidad y la debilidad no deben ser motivo de vergüenza, sino un impulso para buscar la ayuda de nuestros hermanos y de Dios. “Los ancianos”, subraya el Papa, “nos enseñan que la salvación no está en la autonomía, sino en reconocer humildemente nuestras propias necesidades y saber expresarlas libremente”. Por lo tanto, “la medida de nuestra humanidad no es lo que podemos lograr, sino nuestra capacidad de dejarnos amar y, cuando sea necesario, incluso ayudar”.
Recordando que la vejez a menudo nos sorprende desprevenidos, el Papa afirma que “la Iglesia está llamada a ofrecer el tiempo y las herramientas para descifrarla, para vivirla cristianamente, sin pretender permanecer eternamente joven y libre de la desesperación”.
Las catequesis del Papa Francisco de 2022 son útiles en este sentido, describiendo con precisión “una verdadera espiritualidad para los ancianos: de ellos podemos sacar provecho para establecer una labor pastoral útil”.
Los “jóvenes ancianos”, personas sanas con tiempo libre, suelen participar regularmente en la liturgia y en actividades parroquiales, como la catequesis y diversas formas de servicio pastoral, pero deben ser participantes activos.
“Es importante -señaló León XIV- identificar un lenguaje y propuestas adecuadas para ellos, involucrándolos no como receptores pasivos de la evangelización, sino como participantes activos, y responder con ellos, y no en su lugar, a las preguntas que plantean la vida y el Evangelio”.
Una pastoral evangelizadora y misionera
A pesar de sus diversas experiencias: algunos llegan al conocimiento de Dios en la vejez; otros regresan a la Iglesia tras un período de alejamiento; y otros han perseverado en su vida cristiana, el deseo de Dios también debe alimentarse con una sencilla oración, recitada con fe en casa.
“Para todos, la pastoral de las personas mayores debe ser evangelizadora y misionera, porque la Iglesia está siempre llamada a anunciar a Jesús, Cristo Salvador, a todo hombre y mujer, en cualquier edad y etapa de la vida”.
“Anunciar el Evangelio es el principal compromiso de nuestra pastoral: al involucrar a las personas mayores”, enfatiza el Papa León, “en esta dinámica misionera, también ellas serán testigos de la esperanza, especialmente con su sabiduría, devoción y experiencia”.












