Se trata del triunfo del amor sobre el odio, de la victoria de la paz al estruendo de las armas. Hablamos de proyectos, gestos y acciones de miles de voluntarios y héroes anónimos que están llevando consuelo a todas estas personas que salieron de sus casas en llamas sin nada más que lo que llevaban puesto.
Hemos conocido del pueblo polaco, que ha abierto los brazos para acoger a sus hermanos ucranianos, muchos incluso viajan a la frontera en sus propios autos para recoger a las familias y llevarlas a sus casas.
Es el caso de Anna Poliakova, una artista de circo que llegó a Rzeszów con su hija Milenna de 5 años desde Kiev, no tienen a donde ir. “Es difícil, porque tuve que dejar a mi hijo de 19 años, a quien (por su edad) no se le permite viajar”, le explicó a la BBC.
“Le dije adiós a un país al que estoy orgullosa de pertenecer”, afirmó con los ojos llenos de lágrimas, aún exhausta y traumatizada por el viaje. Tras ser recibida por un grupo de voluntarios, se le acercó una mujer polaca con los brazos abiertos, ofreciéndole, para su sorpresa, albergue en su propia casa.
El gestó conmovió profundamente a Poliakova, que temía acabar pasando la noche con su hija a la intemperie. Pero para Joanna Zieba, una madre de con tres niños que ha abierto las puertas de su hogar para recibir a quienes se vieron obligados a huir a causa de la guerra, no es algo extraordinario. “No soy un ángel. Soy una persona normal. Ellos son nuestros amigos, y quien sea que necesite ayuda la tendrá”, dijo.
Otros gestos no menos importantes están sucediendo en las fronteras ucranianas, tanto de Polonia como de Moldavia, Hungría y Rumanía, desde el reparto de alimentos y tarjetas para utilizar el celular, hasta abrazos y tiempo de escucha para quien necesite desahogar su dolor.
La ONU estima que 12 millones de personas dentro de Ucrania necesitarán ayuda y protección, mientras que más de 4 millones de refugiados ucranianos pueden necesitar protección y asistencia en los países vecinos en los próximos meses.
Un despliegue de organizaciones no gubernamentales también hace lo suyo en este momento. El mejor ejemplo es Caritas Internationalis, que ha desplegado toda la ayuda posible por medio de cientos de voluntarios dando prioridad al reparto de comida caliente, agua, kits de higiene básica, refugio temporal para personas que han abandonado sus hogares, servicio de lavandería y transporte seguro para las personas que buscar reunirse con familiares en otras zonas del país.
El plan de emergencia incluye también atención a casos especiales (como ancianos, menores y personas con discapacidad) y acompañamiento emocional básico y actividades de ocio para niños que les ayuden a mantener la normalidad en medio de la situación de gran estrés provocada por los ataques.
A pesar de la precaria seguridad y las dificultades, Cáritas continua su trabajo humanitario en Ucrania. Como señala Fr. Vyacheslav Grynevych, director ejecutivo de Cáritas-Spes Ucrania, “nuestras ciudades, casas y jardines de infancia han sido destruidos. Pero nadie podrá destrozar nuestras aspiraciones de paz y libertad”.
“En este momento dramático, alabamos el compromiso de los trabajadores y voluntarios, que siguen ayudando a quienes lo necesitan”, añade. “Y con la ayuda de Dios, continuaremos nuestro servicio, sin dejar a nadie atrás”, concluye.
Como ellos, todos los pueden suman fuerzas. Ejemplo de ello es el afamado chef español José Andrés y su ONG World Central Kitchen (WCK, por sus siglas en inglés), quienes informaron que están preparando y distribuyendo comidas calientes entre los refugiados que llegan a través de los 8 puntos de cruce fronterizo entre Polonia y Ucrania.
“No hemos aprendido lo suficiente de los horrores del pasado”, dijo el conocido cocinero español en un emotivo video divulgado en su cuenta de Twitter.