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“Sin tristeza”

By Pbro. Juan Luis Mendoza Noviembre 25, 2021

Pienso en la pandemia. Ser libre, pero no en todo sino en aquello que, siendo posible, uno lo puede manejar y entonces concentrar nuestras energías en hacer lo que podemos hacer en vez de quejarnos indefinidamente, lamentándonos por lo que no podemos hacer.

Somos libres para adoptar las medidas cautelares como está mandado; libres también, y más si somos creyentes y según lo permita Dios, libres para padecer el mal con valor y sentido, ofreciéndolo por nuestra salvación y la del mundo; libres para orar por los enfermos del terrible mal, sus familiares y allegados; libres y esperanzados en que todo pase… Lo podemos hacer y es bueno que lo hagamos.

¿Ha oído hablar de Epicteto, filósofo estoico del siglo I? Es un esclavo, y su amo lo maltrata hasta quebrarle una pierna. Tiene la opción, por ser libre para ello, entre oponerse, revolverse, quejarse… o aceptar con resignación lo inevitable. De acuerdo al estoicismo que profesa, acepta imperturbable el maltrato y quedar cojo de por vida. “Eso sí, advierte el Padre González Vallés, conservó intacta la noble libertad, aún como esclavo, en una frase lapidaria que también dedicó a su señor: “Sólo eres el dueño de mi cadáver”.

Por otra parte, he aquí la respuesta que uno de sus discípulos, el senador Prisco Helvidio, da al emperador Vespasiano al desterrarlo: “Vos haced lo que os toca, que es desterrarme, y yo haré lo que me toca, que es ir al destierro sin tristeza”. Como usted ve, se insiste en la capacidad de proceder libremente, desde adentro, con noble actitud, “sin tristeza” en medio de circunstancias tan hostiles. Es lo que Viktor E. Frankl denomina “la última de las libertades humanas” y que define como “la capacidad de elegir la actitud personal ante un conjunto de circunstancias”.

Ambos autores -Frankl y Epicteto- manejan una filosofía que tiene que ver con ciertos aspectos del cristianismo. Jesús, en el proceso de su pasión y muerte, refiriéndose a su vida afirma: “Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre” (Juan 10,18). Pandemia, enfermedad, muerte, ¿qué hacer? Sentirnos libres para eso, para hacer lo que está en nuestras manos para nuestro bien y el de los demás, siguiendo el ejemplo de los santos y sabios y del mismo Jesús, nuestro Señor y Maestro.

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