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Evolucionismo, ciencia y fe

By Osvaldo Corrales Jiménez - oscocorrales@gmail.com Septiembre 21, 2022

En cuanto al tema específico de la evolución humana y estudio de las propuestas de Darwin, se tiene que la publicación de sus libros “El Origen del Hombre” y “El Origen de las especies”, fueron la mecha que detonó todo un maremágnum de controversias. Entonces, no se sabe todavía si en verdad fue por tergiversación o en cambio por deliberación, que nació el postulado de que el hombre proviene del mono. De todas maneras, la idea o concepto de “mono” para Darwin ya de por sí era vaga, al no poder dar por sentado a qué se refería, o sea, si correspondería a los antropoides o a simioides y primates (seres actuales).

Aunque Darwin si llegó a saber que muchas especies en sus primeros estados embrionarios son indiferenciadas al punto que se debe esperar al desarrollo del feto para distinguirlas mejor, entonces eso demostraría que todas las formas de vida de los animales por lo menos aparecieron a partir del monofiletismo o un patrón arcaico en la creación de las especies (algunos estudiosos creen en la presencia de una megamolécula primitiva), por eso Darwin se aferró a la creencia de que hubo una gran forma vital básica, la cual fue la madre de los homínidos, que permitió más adelante evolucionar en el ser humano por un lado, y continuar con los simios por otra parte.

A esto sumó su teoría de la selección natural, la cual de alguna manera permitió la existencia de eslabones intermedios o de enlace (dicha teoría todavía es objeto de discusión). Entonces, la sociedad científica se empezó a cuestionar si de verdad proveníamos del mono al estudiar los raquíticos restos fósiles.

Muchas décadas posteriores (ya muerto Darwin) se descubrieron métodos de laboratorio como el carbono 14 y otros, con lo cual los científicos se atrevieron a calcular las edades de los fósiles entre ellos los homínidos o antropoides. Así se estimó que seres como el Australopithecus vivieron desde hace 2.000.000 a 400.000 años, el Pitecanthropus de 1.000.000 a 500.000 años, el Sinjanthropus Boisei (hombre de Olduvai) que apareció hace 1.750.000 años, el Sinjanthropus Pekinensis (hombre de Pekín) vivió en el rango de 400.000 a 200.000, y los que ya parecían ser humanos como el Preneandertal vivieron desde 100.000 hasta 40.000 años, el Neandertal de 70.000 a 40.000 y el Cro Magnon de 40.000 a 10.000 hasta llegar al hombre “moderno”.

Actualmente, impera la discusión entre científicos sobre si el Neandertal y el Homo Sapiens fueron especies distintas. Pero prosiguiendo con las polémicas evolucionistas, se puede citar que en un artículo de Edgardo Moreno Dobles publicado en suplemento Ancora del periódico La Nación del 27 de julio del 2008, titulado “Humanos y monos”, el autor cree que las especies no son fijas, de hecho, pone textualmente:

“El concepto de especie es un principio de incertidumbre, donde la divergencia y la selección son mecanismos de cambio y adaptación constante, algo así como una dialéctica orgánica”.

Este autor entra en duda del por qué las vacas europeas y las indicas, son capaces de reproducirse entre sí aunque sean “especies” distintas, aunque podríamos creer que en verdad son razas, las cuales si se pueden hibridar. Es más, por mucho tiempo se ha creído que un caballo o yegua son distintas especies con respecto a los asnos, y si embargo pueden engendrar mulos. Darwin con gran sinceridad expresó, que por momentos ni él mismo entendía si lo que parecía una especie en realidad sería una raza, o viceversa.

No se sabe hasta dónde podrá llegar la ignorancia de muchos de nosotros, pero al parecer cada especie está limitada por el número cromosómico y el ADN, que según dicen los más avezados, es el verdadero factor que determina la diferencia de cada especie. El mismo Moreno Robles, respecto a los homínidos nos plantea (digamos que desde una metafísica) las siguientes incógnitas: “¿Seríamos capaces de reconocer a estos híbridos como seres humanos, medio humanos o simplemente como animales? ¿Tendrían alma?

Sin embargo, Darwin supuso que algunos antropoides se hicieron humanos, pero lo que no contempló es que quizás en esos antropoides nunca rama alguna evolucionó hacia el ser humano, en cambio ¿no fueron los antropoides los que tal vez “involucionaron” hacia los monos actuales?

Aun así, los científicos que se sostienen en las teorías de Darwin son muy especulativos, pues se basan antes que todo en simples hallazgos paleontológicos (de sus huesos) en tanto los aspectos antropológicos, y análisis fisiológicos y anatómicos aún son pobres o insuficientes como para con ellos decir que ya se hallaron los verdaderos “eslabones”, que unirían al “mono con el hombre”.

Se puede esperar que la ciencia del futuro aproveche los avances de la genética del ADN para estudiar, con profundidad todos los fósiles homínidos. De lograrse eso, se podrían establecer relaciones más cercanas entre los distintos restos fósiles, para entender hasta dónde se podrían enlazar los tan buscados eslabones.

También, es difícil determinar cuándo esos antropoides se “sintieron y tuvieron” capacidad de autoconciencia que les dio el rango de hombres, aunque eso nos llevaría a insinuar que “cuando el simio rezó a Dios, se hizo hombre”, cosa que en realidad parece ilógica, en cambio por un acto milagroso dirigido por Dios (que las ciencias naturales nunca entenderán), el ser humano fue hecho a su “imagen y semejanza”.

Prosiguiendo con el quehacer evolucionista, se puede abordar la labor de Pierre Lecomte du Noüy (1883-1947) destacado científico francés, que además estudió Derecho y se licenció en Filosofía y ciencias naturales.

Sus aportes sobre los conceptos de la evolución de las cosas, los plasmó en su libro “El destino humano” en el que dio importantes planteamientos que enlazan los aspectos de la fe, la filosofía, psicología y muchos asuntos interdisciplinarios.

Lo más destacable de las propuestas de Lecomte du Noüy, es que coinciden en mucho con Teilhard de Chardin, pues el primero enfatizó que lo más importante es la telefinidad de las cosas, y el segundo estudioso expuso casi lo mismo pero con una idea de Noosfera (concepto derivado de la raíz griega Nous) o sea, la zona o capa de la trascendencia del conocimiento humano.

 Pero en vista de tanta polémica que a menudo se da en el evolucionismo, ya es hora de advertir que imperan distintas corrientes o tesis, una es la que no quiere aceptar abiertamente que la evolución siempre ha estado dirigida por Dios, y la otra tesis es la que acepta de cierta manera que Dios lo creó todo, pero que dejó a esta Creación, incluido el ser humano a merced de los caprichos o azares que la misma quiera operar (por accidentalismo). Pese a lo anterior, la mayoría de los que defienden el darwinismo, aun no se atreven a asegurar, si el ser humano es resultado directo de los homínidos. Aparte de eso, lo vital es que tanto plantas, animales como humanos, provenimos del poder creador de Dios.

 

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