La sociedad sigue caminando hacia un horizonte en el cual los valores se quieren dejar en el pasado, por medio de políticas gubernamentales que, so pretexto de evolucionar, ponen más bien en riesgo el desarrollo humano integral.
Muchos países, desde hace varios años, dieron el paso hacia la legalización de las drogas, con el fin de reducir el mercado negro; o, con miras a un uso medicinal.
Como siempre lo ha propuesto la Iglesia, si la persona humana no está en el centro del desarrollo, no tendremos una sociedad a la cual aspirar; no tendremos un futuro sustentable.
Otra de las razones que se argumentan para la legalización de drogas, como el cannabis, es la económica y, nuestro país no escapa a una realidad mundial que va penetrando cada día con más fuerza.
Según las Naciones Unidas (ONU): “la legalización de la marihuana ‘parece’ aumentar su consumo y no ha terminado con los mercados ilegales”. Un nuevo informe de la entidad de la ONU fiscalizadora de narcóticos destaca que no se han logrado los objetivos de estas medidas y advierte sobre los daños de salud de esta liberalización.
Una publicación del sitio web oficial de la ONU, del pasado 9 de marzo, indica: “la legalización del cannabis no ha logrado reducir el consumo de drogas y los mercados ilícitos de narcóticos persisten: es una de las principales conclusiones del informe anual de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), correspondiente a 2022”.
Son muchas las aristas reveladas por el informe. “El estudio sostiene que el incremento del consumo y de la potencia de algunos productos del cannabis está trayendo consigo efectos negativos para la salud y comporta riesgos sanitarios para las personas de todas las edades, y añade que entre 2000 y 2018 las admisiones relacionadas con la dependencia y la abstinencia esa droga se multiplicó por ocho a nivel mundial, mientras que las admisiones debidas a trastornos psicóticos relacionados con la marihuana se cuadriplicaron”.
En Costa Rica, son muchas las voces autorizadas e instituciones que históricamente han tratado con la problemática del uso de las drogas, en distintos campos, y que merecen la atención debida cuando se quiere dar un paso de este nivel.
Nos preocupa sobre manera que, ante nuevas políticas y proyectos de ley en la línea de liberalizar el consumo de las drogas, se desconozca la trayectoria del país en materia de afrontar esta realidad como fenómeno social, que no hace más que llevar dolor a nuestras familias.
Cito una vez más el estudio presentado por la ONU, al hablar del estado de Colorado, en Estados Unidos, “donde las consultas en servicios de urgencias y los ingresos hospitalarios a causa del consumo excesivo de cannabis aumentaron notablemente después de hacerse efectiva la legalización. Las consultas en hospitales por lesiones sufridas en accidentes relacionados con la marihuana también subieron un 30%”.
No queremos eso para Costa Rica, ni para nuestros jóvenes, ni para nadie en nuestra sociedad. Cierro con estas palabras del Papa Francisco, del pasado 20 de junio de 2014, tan vigentes, como entonces, cuando habló a los participantes de la International Drug Enforcement Conference.
“Quisiera decir con mucha claridad: la droga no se vence con la droga. La droga es un mal, y con el mal no se puede ceder o pactar. Pensar en poder reducir el daño, consintiendo el uso de psicofármacos a las personas que siguen consumiendo droga, no resuelve en absoluto el problema. Las legalizaciones de las así llamadas ‘drogas ligeras’, incluso parciales, además de ser cuanto menos discutible a nivel legislativo, no producen los efectos que se habían fijado. Las drogas sustitutivas, además, no son una terapia suficiente, sino un modo disimulado de rendirse ante el fenómeno. Quiero reafirmar lo que ya he dicho en otra ocasión: no a todo tipo de droga”, decía el Santo Padre.
Pidamos a Dios que nos ilumine para que las políticas y leyes de nuestra sociedad busquen de manera auténtica el desarrollo humano integral.
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