La Iglesia Maronita es una de las 21 Iglesias sui iuris que forman lo que es llamada la Iglesia Católica Oriental. Tiene sus peculiaridades, que se distinguen de la Iglesia latina y de otras Iglesias orientales: jerarquía, disciplina y rito litúrgico propio. Su historia no siempre ha sido fácil. Ella vivió momentos y dificultades que fueron decisivas en la dispersión de sus fieles a los cuatro ángulos del mundo.
En oriente se encuentran 4 familias de ritos bien establecidas, y diferenciadas entre sí:
- Rito Siro-antioqueño
- Rito Bizantino
- Rito Alejandrino
- Rito Armenio
Después de la época de Cristo y los apóstoles, pasando por la era de los Padres de la Iglesia llegamos al siglo V con San Marón, de quien toma nombre la Iglesia Maronita. San Marón fue un monje ermitaño que vivió en Apamea, ciudad siria cercana al río Orontes. El grupo de cristianos que lo siguieron, hasta su muerte en 410, adoptaron sus doctrinas en parte por la influencia importante de San Juan Crisóstomo, que conoció personalmente a San Marón.
El arameo en la liturgia Maronita
El rito maronita mantiene el arameo (idioma que hablaba Jesucristo) como su lengua litúrgica. En la Divina Liturgia (misa) celebrada en este rito se conservan actualmente cuatro partes en arameo: el trisagio, la consagración, la epíclesis (invocación al Espíritu Santo) y el Padrenuestro.
El trisagio
Inmediatamente antes de la liturgia de la Palabra, el celebrante y la asamblea se ponen de pie, y piden la asistencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) diciendo: “Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros”.
A la recitación en arameo del trisagio, le sigue una hermosa oración (en español) pidiendo la santidad de la mente, y la purificación de las conciencias al escuchar las lecturas del día correspondiente:
“Oh Dios, Santo e Inmortal, santifica nuestras mentes y purifica nuestras conciencias, a fin de alabarte dignamente, y escuchar tus santas Escrituras; a Ti sea la gloria, por los siglos”.
La consagración (Mc 14, 22-24)
Sin duda alguna el momento más conmovedor de la Divina Liturgia en rito maronita es la consagración en arameo. Cuando el celebrante empieza a cantar o a recitar las palabras de la consagración, inmediatamente la asamblea es transportada al momento de la última cena, donde Jesucristo, minutos antes de ser entregado por amor a la humanidad, pronunció exactamente igual dicha oración. Es durante la consagración donde el sacerdote presenta por primera vez el pan convertido en Cuerpo y el vino convertido en Sangre de Cristo a la comunidad.
La epíclesis
Posterior a la consagración llega el momento más solemne y culmen de la Divina Liturgia maronita: la epíclesis o invocación al Espíritu Santo. En ella el celebrante, con tres movimientos de manos, simulando el vuelo del Espíritu en forma de paloma (Lc 3, 22) pide que se derrame sobre los dones presentados, convirtiendo el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo. Es de rodillas y con la fórmula en arameo que lo invoca, mientras la asamblea expectante y de pie acompaña al sacerdote. Finalizada la epíclesis la asamblea, como cuerpo místico de Cristo, a una sola voz, y por tres ocasiones, responde en griego: Kyrie eleison (Señor, ten piedad).
El Padrenuestro (Mt 6, 9-13)
La oración por excelencia de todas las denominaciones cristianas es la misma oración que Jesucristo enseñó a sus apóstoles, y por la cual Él mismo se dirigía a su Buen Padre. Esta hermosa oración ecuménica se recita de igual manera en el mismo idioma que Jesús lo recitó, arameo.
Infórmese primero con una suscripción digital. Conozca nuestros cómodos planes semestrales, es muy fácil, solo ingrese en este enlace.