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Sábado, 18 Mayo 2024
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“Monseñor: hace algún tiempo que me ha surgido un cierto interés por las Almas del Purgatorio. ¿Nos puede hablar de ellas? Se lo agradezco mucho.”

 Katherine J.M. - Aurora de Heredia.

 

Estimada Katherine, entre 1545 y 1565 tuvo lugar un Concilio ecuménico muy importante, el de Trento (Italia), en que se trataron prácticamente todos los grandes temas de nuestra fe cristiana. En su sesión 25, entre el 3 y el 4 de diciembre 1563, se trató del Purgatorio, llegando a formular el siguiente texto: “La Iglesia Católica instruida por el Espíritu Santo, habiendo enseñado en los santos Concilios y recientemente en este sínodo ecuménico (Concilio), conforme a las Sagradas Escrituras y a la antigua tradición de los Padres, que existe un Purgatorio, y que las almas retenidas en él son ayudadas por los sufragios de los fieles, en especial por el sacrificio propiciatorio del altar( la S. Eucaristía). El Santo Concilio manda a los Obispos que procuren diligentemente que la sana doctrina sobre el Purgatorio, transmitida por los santos Padres y sagrados Concilios, sea creída por los fieles cristianos, mantenida, enseñada y predicada en todas partes”.

Acabamos de celebrar la fiesta de nuestra Emperatriz de América, la Virgen María de Guadalupe, la famosa Virgen Morena que decidió quedarse a vivir en México y desde allí atender a todos. Es innegable que la imagen de la Virgen de Guadalupe tiene un misterio divino, que sobrepasa los límites de las explicaciones científicas, pero allí está frente a nuestros ojos y es muestra de que es real lo sucedido en el Tepeyac en 1531. El que no cree en Dios luego de estudiar la historia, el milagro y el Códice Guadalupano sencillamente es por una obstinación personal.

Mal acostumbrados a vaciar de sentido las fiestas de fe, podemos correr el riesgo en esta Navidad de quedarnos sin lo esencial: Nuestro Señor Jesucristo.

Navidad es Jesús y sin Él no hay Navidad verdadera. Este ha sido un año muy difícil pero de muchos aprendizajes, uno de ellos acerca de nuestra fragilidad y de la interdependencia que nos une como familia humana.

Homilía en la Misa de Nochebuena, 24 de diciembre de 2019, Basílica de San Pedro.

 

La Navidad nos recuerda que Dios sigue amando a cada hombre, incluso al peor. A mí, a ti, a cada uno de nosotros, Él nos dice hoy: “Te amo y siempre te amaré, eres precioso a mis ojos”. Dios no te ama porque piensas correctamente y te comportas bien; Él te ama y basta. Su amor es incondicional, no depende de ti. Puede que tengas ideas equivocadas, que hayas hecho de las tuyas; sin embargo, el Señor no deja de amarte.

Memoria: 26 de diciembre. A San Esteban se le llama “protomartir” porque fue el primer mártir de toda la historia católica. 

 

Diácono

En los Hechos de los Apóstoles el nombre de Esteban se encuentra por primera vez con ocasión del nombramiento de los primeros diáconos (Hechos, 6, 5). Habiéndose suscitado insatisfacción en lo relativo a la distribución de las limosnas del fondo de la comunidad, los Apóstoles eligieron y ordenaron especialmente a siete hombres para que se ocuparan del socorro de los miembros más pobres. De estos siete, Esteban es el primer mencionado y el mejor conocido.

 

Acusado por su fe

San Esteban era uno de los hombres de confianza de los apóstoles; habló y defendió muy bien a Jesús, que entre los judíos generó desconcierto. Por tal razón, la tradición señala que fue llevado ante el Tribunal Supremo de la Nación, el Sanedrín, para ser acusado con falsos testigos, los cuales argumentaron que Esteban afirmaba que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con las leyes de Moisés.

 

Valiente cristiano

Sin embargo, el santo no se atemorizó, y por el contrario, pronunció un impresionante discurso en el cual fue recordando toda la historia del pueblo de Israel (Hechos 7) y a través del cual exhortó a los judíos a rectificar, reprendiéndolos por haber llegado al extremo de no sólo no reconocer al Salvador, sino de haberlo además crucificado. Llenos de ira, éstos lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon.

 

Perdonó a sus verdugos

Los que lo apedreaban dejaron sus vestidos junto a un joven llamado Saulo (el futuro San Pablo que se convertirá por las oraciones de este mártir) y que aprobaba aquel delito. Mientras lo apedreaban, Esteban decía: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Y de rodillas dijo con fuerte voz: “Señor, no les tengas en cuenta este pecado”. Y diciendo esto, murió. Los cristianos lo rescataron y dieron a su cuerpo digna sepultura.

 

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