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La alegría de evangelizar

By Mons. José Rafael Quirós Quirós / Arzobispo Metropolitano Agosto 12, 2022

“La mies es abundante y los obreros pocos; rueguen, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Lucas 10,2). Esta aseveración del Señor, nos invita a constatar con esperanza la infinidad de oportunidades que el momento histórico que vivimos, con sus nuevos escenarios y desafíos, presenta a nuestro compromiso misionero.

En efecto, los nuevos ámbitos socioculturales plantean a la Iglesia retos que deben ser asumidos con discernimiento y responsabilidad de manera que anunciemos, con verdadera alegría, los valores permanentes del Evangelio que dan auténtico sentido a la vida humana.

Al decir, “la mies es abundante”, el Señor nos invita a identificar los nuevos espacios para evangelizar, acción que “significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad”.[1]

Sin olvidar que el Espíritu Santo es el primer agente de evangelización, el alma de la Iglesia y el inspirador decisivo de los programas, de las iniciativas, y en general, de toda actividad evangelizadora, es necesario, también, poner de nuestra parte una sensibilidad y disponibilidad mayores para presentar la frescura original del Evangelio, “con métodos más creativos, con otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual. En realidad, toda auténtica acción evangelizadora es siempre «nueva».”[2]

En este tiempo de pandemia, en particular, hemos visto como el desarrollo de las redes sociales digitales se fortaleció de modo vertiginoso para que surgiera, como lo señalara años atrás Benedicto XVI, una nueva «ágora», una plaza pública y abierta en la que las personas comparten ideas, informaciones, opiniones, y donde, además, nacen nuevas relaciones y formas de comunidad.[3] El Covid-19, como a muchos otros, nos tomó desprevenidos y la cultura de las redes sociales, y sus cambios en las formas y los estilos de la comunicación presentan, en adelante, todo un desafío para quienes desean llevar la Verdad a sus hermanos.

Pero esa acelerada migración digital nunca pondrá fin a la multiforme tarea pastoral que se debe desarrollar de modo presencial y directo en ámbitos tan exigentes como el campo social, en el que la evangelización entraña un camino de diálogo a favor del pleno desarrollo del ser humano y el bien común. Y, ni qué decir en las celebración de los sacramentos, donde es Cristo quien actúa y sale a nuestro encuentro personal y comunitario.

En definitiva, la tarea que tenemos de frente debe involucrar a todos los bautizados, por ello, la exhortativa que nos hace el Señor: “rueguen al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” nos hace entender la necesidad de pedir al Padre, incesantemente, nuevos obreros y por todos los obreros.

Me pregunto: ¿Cuántos obreros han ofrecido sus servicios y los hemos descartado por no ajustarse a nuestros esquemas cerrados? Ante interpretaciones limitadas del servicio ¿Hemos superado la clericalización de los laicos y la desclericalización los sacerdotes que no permiten ver la complementariedad entre unos y otros? ¿Hemos logrado entender que el lugar por excelencia para el ejercicio de la vocación laica es el mundo con sus realidades económicas, sociales, políticas y culturales?

Los nuevos desafíos exigen respuestas audaces, y no es momento para añorar tiempos pasados; “hemos de asumir con realismo y amor nuestra cultura y llenarla de Evangelio. Somos enviados hoy para anunciar la Buena Noticia de Jesús a los tiempos nuevos. Hemos de amar nuestra hora con sus posibilidades y riesgos, con sus alegrías y dolores, con sus riquezas y sus límites, con sus aciertos y sus errores”.[4]

Que a la escucha atenta del Espíritu nuestras parroquias y sus pastores sepan responder, generosamente, para que sean en realidad, comunidades evangelizadoras en donde cada creyente tenga una experiencia real y verdadera con Cristo Resucitado que le anime a “contagiar” a otros con su testimonio.

 

[1] Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, n.18

[2] Papa Francisco, Evangelii Gaudium, n.11

[3] CF. Benedicto XVI, 47 Jornada Mundial de las Comunicaciones, 2013

[4] Francisco, Christus vivit, n.200

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