Definitivamente todo es don, gracia y misericordia de Dios, porque me ha amado y se ha fijado en mí (cf. Lc 1, 48). Soy Breiner Alexander Chaves Fonseca, tengo 21 años, pertenezco a la Diócesis de Cartago, parroquia San Miguel Arcángel, Pejibaye.
Mi núcleo familiar consta de mis padres; aunque, crecí rodeado de mi familia materna. La familia para mí es un pilar fundamental, ya que ahí empecé a dar los primeros pasos en la fe, desde aprender a rezar el rosario hasta asistir a la misa. Ellos me han apoyado, particularmente mis padres y la comunidad parroquial.
La figura del sacerdote cuando asistía a la Eucaristía siempre me llamó la atención desde muy pequeño, para mí la espinita está desde que nací; sin embargo, el corazón se inquieta cuando tenía 8 años, luego de una misa con la pregunta: ¿Qué se sentirá ser sacerdote? Esa simple pregunta bastó para que se despertara ese deseo. Esa misma inquietud, me llevó a tener una experiencia de Iglesia más activa en diversos equipos pastorales de mi parroquia.
En la etapa colegial el discernir una posible vida sacerdotal en algún punto disminuyó intentando apagar el fuego que estaba en el corazón. Curiosamente, se relaciona mucho con la letra de un canto que dice: “la llama que un día empezó a fallar, tú no dejaste que se apagase. Déjate, que te consuma este fuego, no apagues llamas a esta hoguera que yo encendí en tu corazón”.
En el año 2021 fui admitido a la carrera de Bachillerato en Historia, en la Universidad de Costa Rica y esta oportunidad me permitió conocer otra perspectiva de la realidad. Ese mismo año inicié los encuentros vocacionales que durante dos años el Señor me fue mostrando a través de signos y personas el camino que he de seguir. En la fiesta de san Juan Pablo II me dicen que seré presentando al seminario, siendo admitido a emprender un nuevo camino el 01 de diciembre del 2022, al ejemplo de la Santísima Virgen María y al de san Francisco de Asís.
Estos dos años en el seminario ha sido una gran aventura donde he aprendido a amar mi historia de salvación. Si bien es cierto, no todo es color de rosas, he tenido momentos de dificultad, estrés, preocupación, entre otras cosas. El Señor me sigue mostrando su amor, su gracia y misericordia, recordándome las mismas palabras del profeta: “no temas, que yo estoy contigo” (cf. Is 41, 10). A los pies del Maestro nació la inquietud, he estado alegre, llorando, con mis dudas, inseguridades, a la vez he sentido paz, tranquilidad, amor y se ha forjado e iluminado mi discernimiento vocacional, ¡a los pies del Maestro!
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