Desde nuestra fe católica, la muerte forma parte de la vida, hay que aprender a aceptarla como algo que forma parte de ella. Y esto se logra poco a poco, fiándonos de Dios, y poniendo en Él toda nuestra confianza.
La fe es el mejor refugio para quienes tienen que pasar por el proceso de superar el duelo de una pérdida de cualquier tipo. La fe nos da la fortaleza, sosiego y la serenidad necesaria para aligerar el dolor del duelo.
Los cristianos sabemos que todo no acaba con la muerte. Sabemos que el amor es más fuerte. Cuando muere una persona que queremos, nuestro amor hacia ella permanece intacto y, aunque pasen los años, el amor no muere nunca.
Si hemos amado a Jesús con toda nuestra vida y con todo nuestro corazón, podemos decir como San Pablo: “Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte ganancia. Pero si viviendo en este cuerpo puedo seguir trabajando para bien de la causa del Señor, entonces no sé qué escoger”.
El dolor del pesar es real, pero también lo es la paz que proviene de Dios. Si hacemos frente a la pérdida de un ser querido, es importante rodearse de todos los recursos que brinden apoyo y paz. Por medio de la oración, el estudio de la Palabra de Dios, la vida en comunidad de Iglesia y el apoyo de los seres queridos, se puede encontrar verdadera esperanza y consuelo.
El sufrimiento es solo una parte del camino, un lugar de paso; no es nunca la estación final. Así, la oración se convierte en un momento importante donde el sufrimiento encuentra su sentido y, con la gracia de Dios, se convierte en alegría.
La oración es soporte fundamental en el proceso de asumir y superar una pérdida. El efecto purificador de la oración se hace realidad porque, cada vez que el hombre reza, experimenta la misericordia de Dios y comparte sus preocupaciones y problemas.
Sin embargo, hay momentos en este recorrido en los que la experiencia del dolor se impone y forja la vida. No se trata de una cuestión de aceptación o rechazo del dolor, sino de aprender a considerar el sufrimiento como parte de nuestra propia existencia y como parte del plan de Dios para cada uno de nosotros.
Solo Él tiene las respuestas a todas nuestras preguntas, porque Él mismo es la respuesta. Confiemos y abramos nuestro corazón a su amor, el único lugar en el que encontraremos la paz y el sosiego necesario en los momentos de mayor necesidad espiritual.
Consejos para sobrellevar la muerte de un ser querido
Hable sobre ello:
Con la familia u otros allegados es importante hablar sobre la pérdida del ser querido, eso permite comprender qué ha sucedido y recordar a esa persona en paz. Negarse que ocurrió la muerte lleva al aislamiento fácilmente y puede a la vez frustrar a las personas que forman su red de apoyo.
Acepte sus sentimientos:
Después de la muerte de alguien cercano, se puede experimentar todo tipo de emociones. Es normal sentir tristeza, rabia, frustración y hasta agotamiento.
Cuídese a usted mismo y a su familia:
Comer bien, hacer ejercicio, compartir espacios de oración, encuentro y también descansar, ayudará a superar cada día y a seguir adelante.
Ayude a otras personas:
Al ayudar a quienes enfrentan una pérdida similar a la suya, se sentirá mejor usted también. Compartir anécdotas sobre los difuntos puede ayudar a todos a lidiar con la ausencia y a mirar la vida con agradecimiento.
Rememore y celebre la vida de su ser querido:
Puede donar las pertenencias de su ser querido para ayudar a quienes tienen necesidad, así tendrá sentido y no se convertirán en recuerdos de dolor. También puede enmarcar fotos de momentos felices que vivieron juntos, ponerle su nombre a un nuevo bebé o plantar un jardín en su memoria. La elección es suya, sólo usted sabe cuál es la forma más significativa de honrar esa relación única que tuvo con aquella persona que ya está en la presencia de Dios.
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