“Ir a Galilea significa, ante todo, empezar de nuevo”. El Pontífice explicó que para los discípulos “fue regresar al lugar donde el Señor los buscó por primera vez y los llamó a seguirlo”. Sin embargo -dice el Papa- “muchas veces malinterpretaron sus palabras y ante la cruz huyeron, dejándolo solo”. A pesar de este fracaso, “el Señor resucitado se presenta como Aquel que, una vez más, los precede en Galilea, va delante de ellos, los llama y los invita a seguirlo, sin cansarse nunca”.
Es por ello que en esta Galilea “experimentamos el asombro que produce el amor infinito del Señor, que traza senderos nuevos dentro de los caminos de nuestras derrotas”. Este fue el primer anuncio de Pascua del Papa: “siempre es posible volver a empezar, porque existe una vida nueva que Dios es capaz de reiniciar en nosotros más allá de nuestros fracasos”.
Jesús no es un personaje obsoleto
Ir a Galilea, en segundo lugar, significa “recorrer nuevos caminos”. El Papa explica que muchos viven la “fe de los recuerdos”, como si Jesús fuera un personaje del pasado, un amigo de la juventud ya lejano, un hecho ocurrido hace mucho tiempo, cuando de niño asistía al catecismo “que ya no me conmueve, que ya no me interpela”.
En cambio, ir a Galilea significa “aprender que la fe, para que esté viva, debe ponerse de nuevo en camino”, “debe reavivar cada día el comienzo del viaje, el asombro del primer encuentro” y “debe confiar, sin la presunción de saberlo ya todo, sino con la humildad de quien se deja sorprender por los caminos de Dios”.
Por tanto, el segundo anuncio de Pascua del Papa Francisco fue que “la fe no es un repertorio del pasado, Jesús no es un personaje obsoleto, Él está vivo, aquí y ahora”.
Jesús en todas las situaciones
Por último, el Papa explicó que ir a Galilea significa “ir a los confines” porque Galilea “es el lugar más lejano, desde donde Jesús comenzó su misión”. “En Galilea aprendemos que podemos encontrar a Cristo resucitado en los rostros de nuestros hermanos, en el entusiasmo de los que sueñan y en la resignación de los que están desanimados, en las sonrisas de los que se alegran y en las lágrimas de los que sufren, sobre todo en los pobres y en los marginados”. “Con Él -dijo- la vida cambiará”.
Tras esta invitación, el Papa expresó su tercer anuncio de Pascua: “Jesús, el Resucitado, nos ama sin límites y visita todas las situaciones de nuestra vida. Nos invita a acercarnos a quienes están junto a nosotros cada día, para redescubrir la gracia de la cotidianidad”.
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