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Art 31: Costa Rica con un Vicario General propio

By Pbro. Fernando A. Vílchez Campos. Octubre 16, 2020

En 1565 el Rey Felipe II (1556-1598) ratifica la designación del P. Juan de Estrada Rávago como primer Vicario General; figura vigente hasta 1850.

Además de declarar el territorio de nuestra Provincia “cercanía” de la Diócesis de León de Nicaragua -según comentamos en la entrega anterior-, siempre en el contexto de la primera representación diplomática de Costa Rica ante la corona española, entre abril y setiembre de 1565, y junto a otras concesiones que no comentamos aquí, el Rey Felipe II (1556-1598) emite tres Reales Cédulas en El Bosque de Segovia, el 27 de setiembre de 1565, que debemos considerar.

La primera está dirigida al Obispo de Nicaragua, don Luis de Fuentes (1564-1566), en la que le pide que sea nombrado cura y Vicario General de la Provincia de Costa Rica el P. Juan de Estrada Rávago -como lo había hecho ya el Cabildo civil de Garcimuñoz desde 1562-. La Real Cédula manda que el P. Estrada Rávago sea “[...] vuestro Vicario General de toda la dicha Provincia, para que como tal lo sirva y administre, y haga todo lo que conviene al servicio de Dios nuestro Señor y nuestro, en bien de los vecinos y naturales de aquella tierra y que, para ello, le deis vuestros poderes bastantes [...].

Las dos restantes Cédulas Reales hacen referencia al sostenimiento pecuniario del Vicario General recién nombrado. En la tercera Real Cédula se prevé que los diezmos de la Provincia correspondientes al “beneficio simple” de Cartago -es decir, el de una Parroquia- no serán suficientes para el sustento del Vicario, por lo que determina su origen.

Consideramos fundamental este apartado de la Real Cédula, pues pensamos que es la respuesta de la Corona a los diversos intentos de la Provincia para que se concediera la erección de una Diócesis propia en Costa Rica -presentados con insistencia entre 1560 y 1600-, pues si el Rey considera que los diezmos no serán suficientes para el sustento de un “beneficio simple” como el de la Parroquia de Cartago, mucho menos lo será para sostener un obispado, de ahí la no aceptación de dichas solicitudes.

Estas tres Reales Cédulas del 27 de setiembre de 1565 que determinan el nombramiento de un Vicario General para la Provincia, son de esencial importancia para la configuración eclesiástica de Costa Rica, pues marcan el inicio oficial de la organización eclesial que subsistirá durante toda la Colonia e incluso hasta algunos años después de la Independencia, hasta 1850 en que se erige la Diócesis de San José, con la particularidad de esta figura de un Vicario General propio -personalizado regularmente en el párroco de Cartago-.

Desde este momento, la Provincia de Costa Rica si bien es cierto es formalmente “cercanía” de la Diócesis de León, tendrá un carácter especial por tratarse de una jurisdicción civil diversa, con esta figura del Vicario General, que gozará de prerrogativas igualmente particulares, que le dan un cierto sesgo de autodeterminación.

Aunque es cierto que, desde 1608, con la primera visita que un Obispo de la Diócesis de León hace a Costa Rica -como mencionaremos más adelante-, sus pastores velarán más de cerca por esta porción de su grey, también es verdad que el Vicario General reunirá en su persona mayores facultades con el paso de los años, siempre a tenor del Derecho vigente pues las mismas se adaptaban a lo estipulado por el Derecho canónico e hispano, según los cuales, el Vicario General gozaba de jurisdicción ordinaria en su territorio, aunque claro está, siempre dependiente y bajo la autoridad del respectivo Obispo de León.

Así entonces, con todo y los resultados positivos de la “embajada” de la Provincia ante el Rey en 1565, las desventuras y el abandono de Costa Rica continúan tanto a nivel civil -por la muerte del Gobernador y Adelantado Juan Vázquez de Coronado (1562-1565)-, como a nivel eclesiástico, pues no se cuenta con personal suficiente que atienda las necesidades básicas para la cristianización de esta tierra.

De hecho, en 1566 eclesiásticamente permanecen en todo el territorio de Costa Rica, tan sólo el P. Juan de Estrada Rávago como Vicario General y cura de Cartago, el premostratense Fray Martín de Bonilla y los franciscanos Lorenzo de Bienvenida, Pedro de Betanzos, Diego de Salinas, Melchor de Salazar y dos frailes más, que llegaron con Fray Lorenzo desde España.

Fue necesario redoblar los esfuerzos para consolidar la “pacificación y población” y la cristianización de Costa Rica en la última parte del siglo XVI.

En 1570 el primer Vicario General, P. Juan de Estrada Rávago, en compañía del franciscano Fray Diego Guillén -llegado a la Provincia ese mismo año-, es enviado de nuevo a España por parte del Cabildo civil de Cartago a presentar las necesidades de la Provincia. En 1572 tenemos la última noticia de él estando aún en España, por lo que, a partir de entonces, será el respectivo párroco de Cartago quien ejerza el oficio, hasta el 2 de febrero de 1851 en que cesó de sus funciones el último Vicario General provincial, el P. José Rafael del Carmen Calvo Rosales (+1863), al publicarse oficialmente en San José la bula de la erección de la nueva Diócesis del año anterior.

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