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Lidia, la primera cristiana europea

By Pbro. Mario Montes M. Julio 29, 2022

Vamos a tener hoy el gusto de conocer a la primera mujer cristiana de Europa, llamada Lidia, que desempeñó un papel muy importante en los comienzos de la Iglesia:

Nos embarcamos en Tróade y fuimos derecho a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis. De allí fuimos a Filipos, ciudad importante de esta región de Macedonia y colonia romana. Pasamos algunos días en esta ciudad, y el sábado nos dirigimos a las afueras de la misma, a un lugar que estaba a orillas del río, donde se acostumbraba a hacer oración. Nos sentamos y dirigimos la palabra a las mujeres que se habían reunido allí. Había entre ellas una, llamada Lidia, negociante en púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios. El Señor le tocó el corazón para que aceptara las palabras de Pablo.  Después de bautizarse, junto con su familia, nos pidió: “Si ustedes consideran que he creído verdaderamente en el Señor, vengan a alojarse en mi casa”; y nos obligó a hacerlo (Hech 16,11-15. Primera lectura de la 6ª Semana del Tiempo Pascual).

 

¿Quién era Lidia?

 

De la mano del P Ariel Álvarez Valdés, el biblista y teólogo que escribió sobre ella (ver Eco Católico del domingo anterior), seguimos aprendiendo: “Cada vez que Pablo llegaba a un lugar nuevo, lo primero que hacía era ir a la sinagoga, para predicar a los judíos el mensaje de Jesús. Por eso en cuanto llegó a Filipos, averiguó donde estaba la sinagoga de la ciudad. Pero se llevó una desilusión: allí no había sinagoga. Si pensamos que para la ley judía bastaban sólo  diez hombres para abrir una, podemos imaginar qué en Filipos ¡no había ni siquiera 10 judíos! Pablo entonces, sabiendo que cuando los judíos no tienen sinagoga se reúnen a la orilla de un río, para poder realizar los ritos de purificación, ese sábado se dirigió a las afueras de la ciudad, donde pasaba el río Gangites.

Pero al llegar, sólo encontró a un grupo de mujeres, reunidas en oración. Nueva desilusión para Pablo. Pero esta vez, venciendo el natural rechazo judío de predicar a las mujeres, se sentó en medio de ellas y les habló de Jesús de Nazaret (Hch 16,13). Puso alma, vida y corazón en aquella prédica. Pero a pesar de ello, no tuvo mucha aceptación entre aquellas mujeres judías. Sólo una, llamada Lidia, abrió aquel día su corazón y aceptó el mensaje del Evangelio. Pablo podía sentirse feliz. Era la primera conquista en suelo europeo.

¿Quién era Lidia? Según los Hechos, era una empresaria que trabajaba en la industria de la púrpura (Hch 16,14). Antiguamente, el color púrpura se extraía de un pequeño molusco, muy caro y difícil de conseguir, llamado murex. Como se necesitaban miles de moluscos para teñir una tela, únicamente los ricos podían comprar prendas de ese color.  Por eso la Biblia presenta sólo a los reyes (Jc 8,26), gobernantes (Ez 23,6), sacerdotes (Ex 39,1) y personas importantes (Dn 5,7) usando púrpura…  Lidia, como trabajadora de la industria de la púrpura, debió de haber tenido una buena posición económica, así como empleados a su cargo. Era oriunda de Tiatira, ciudad del Asia Menor, famosa como centro de la industria de la púrpura. Pero cuando Pablo la conoció, ella ya se había trasladado a Filipos con su pequeña empresa, buscando quizás una plaza más grande para vender sus telas.

Otro dato que tenemos es que Lidia era “adoradora de Dios”. Esta expresión significa que, aunque era pagana de nacimiento (como se ve por su nombre), simpatizaba con la religión judía; por eso se juntaba los sábados a rezar con otras mujeres judías de la ciudad. Quizás había conocido el judaísmo en su patria Tiatira, donde había una comunidad judía más numerosa que la de Filipos.

Finalmente, como en ningún momento se menciona a su marido, a pesar de que tres veces se alude a su familia, podemos suponer que Lidia era viuda. Por eso es ella la que aparece dirigiendo el negocio de la púrpura, y por eso al hablar de su familia se dice “los de su casa” (Hch 16,15), como si ella estuviera al frente. Después de escuchar a Pablo, “Dios le abrió el corazón” a Lidia, se adhirió a sus palabras y se hizo cristiana (Hch 16,14-15). Y aquel día en Filipos, Lidia se convirtió en la primera persona de Europa, que sepamos, que aceptó el Evangelio y se hizo bautizar.

Después de su bautismo Lidia quedó tan agradecida a los misioneros, venidos de tan lejos sólo para convertir a ella y a su familia, que los invitó a alojarse en su casa (Hch 16,15). Pablo y sus compañeros no debían de estar muy cómodos donde se alojaban; quizás alquilaba una habitación en una posada o en un albergue de mercaderes. Por eso Lidia se ofreció a alojarlos en su casa, que era grande y espaciosa. Pablo no aceptó la invitación. Primero, porque no era normal para un judío alojarse en casa de un extranjero. Segundo, porque quien invitaba era una mujer. Y tercero, porque él nunca aceptaba ayuda material de sus evangelizados. Eran muchos motivos juntos.

Pero Lidia se puso firme y los “obligó” a ir a su casa. No era sólo una cortesía. En la ciudad los judíos eran mal vistos, y sus vidas corrían peligro, sobre todo ahora que estaban difundiendo una nueva doctrina y consiguiendo adeptos. Esto lo convenció a Pablo, y aceptó la hospitalidad de la purpurera. Para Pablo no fue fácil. Era la primera vez, desde que empezó su apostolado, que se alojaba en casa de un particular, y sobre todo de una mujer. Quizás aquí fue donde empezó a madurar aquella idea, que después haría famosa en su carta a los Gálatas: “Ya no hay más distinción entre judío y extranjero, hombre y mujer” (Gal 3,28).

Desde ese momento, quizás el más incómodo de su vida, las cosas empezaron a mejorar. Pablo encontró un lugar amplio y cómodo para predicar, y los nuevos cristianos que se sumaban al grupo hallaron dónde celebrar la Eucaristía. La casa de Lidia se convirtió así en su base de operaciones (Hch 16,40), en la primera casa pagana transformada en templo y en la primera iglesia cristiana fundada por Pablo en Europa… ”. (Ariel  Álvarez Valdés. ¿Quién fue la primera cristiana de Europa? Enigmas d la Biblia 10.  San Pablo, pp 97-106). Pues bien, tanto  ella como su familia, contribuyó al nacimiento de la Iglesia de Europa, con su apoyo, su contribución económica y su fe.

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