“Hoy está de moda que tal vez sería una buena idea abolir la objeción de consciencia, pero esta es la intimidad ética de todo profesional de la salud, y esto nunca debe negociarse; es la responsabilidad última de los profesionales de la salud”, expresó el Santo Padre.
Y agregó: “También significa denunciar las injusticias cometidas contra la vida inocente e indefensa. Es un tema muy delicado, que requiere tanto una gran competencia como una gran rectitud".
Particularmente, el Papa hizo referencia al tema del aborto como un asesinato del que no es lícito ser cómplice. Según señaló, es deber de cada uno estar “cerca de las situaciones, especialmente de las mujeres, para no llegar a pensar en la solución del aborto, porque en realidad no es la solución”.
Y añadió: “Las estrategias sanitarias, orientadas a la búsqueda de la justicia y el bien común, deben ser económica y éticamente sostenibles”.
El Pontífice alertó sobre cómo la humanidad es sacrificada a los “ídolos del beneficio y el consumo”, “la cultura del despilfarro”, dijo. Una observación que, según expuso, no solo se aplica sobre el medio ambiente sino también especialmente a la salud humana.
“La gestión de los recursos y el cuidado de no desperdiciar lo que se confía a las manos de cada farmacéutico adquiere una importancia no sólo económica sino también ética. Pensamos en la atención al detalle, la compra y el almacenamiento de los productos, su uso correcto y su destino a los que lo necesitan con urgencia. Pensamos en la relación con los distintos operadores -los celadores, las enfermeras, los médicos y los anestesistas- y con las estructuras implicadas”, añadió Francisco.
En la ceremonia estuvieron representantes de la Sociedad Italiana de Farmacia Hospitalaria y de los Servicios Farmacéuticos de las Autoridades Sanitaria.