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La familia al servicio de la sociedad

By CECOR Agosto 12, 2022

Mensaje de la Conferencia Episcopal a la Iglesia y al pueblo de Costa Rica al finalizar la CXXIV Asamblea Ordinaria.

 

“La familia es la célula original de la vida social”

(Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2207)

 

Como pastores de la Iglesia Católica en Costa Rica enviamos nuestro saludo y bendición a todos los fieles, creyentes en general y a todas las personas de buena voluntad.

Hemos constatado, en los últimos días, la profunda fe de nuestro pueblo que no se dejó vencer por el desánimo y mostró la firme convicción del amor a nuestra Madre Santísima, la Virgen de los Ángeles, en el retorno a una práctica religiosa que caracteriza a nuestra nación como lo es la romería a su Santuario en Cartago.

Tras dos años de pandemia, que impidieron la posibilidad de realizar esas muestras maravillosas de esperanza en Dios, al cual podemos llegar gracias al camino en el que nos acompaña Nuestra Señora de los Ángeles, Costa Rica ha vuelto a vivir momentos de alegría, de unidad y de paz en torno a un hecho que nos une como país:  la fiesta nacional en honor de nuestra Patrona.

En este contexto, con la seguridad de que la Madre de Dios y nuestra intercede por nosotros, los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica nos hemos reunido del 8 al 11 de agosto en la CXXIV Asamblea Ordinaria.

Seguimos unidos al Papa Francisco en espíritu sinodal, descubriendo la acción del Señor en nuestra historia y especialmente en nuestra Iglesia que busca reflejar en sus acciones la voluntad de Cristo, cabeza nuestra.

Muchas son las preocupaciones que tocan el corazón de nosotros los pastores, pero más grande es nuestra confianza en Dios, el dueño de la historia, a quien suplicamos su protección para nuestra Patria.

Tocamos algunos temas que queremos compartir con ustedes, con el ánimo de unirnos como hermanos, pero también, conscientes del valor inigualable que conserva ese patrimonio y célula fundamental de la sociedad que representa la Iglesia doméstica, tras vivirse hace pocas semanas el X Encuentro Mundial de las Familias en Roma.

 

Paz social

 

Sigue siendo una tarea por resolver, la cifra de desempleados en el país (293.000 período marzo, abril y mayo 2022, INEC).  Continúa siendo una cantidad muy importante de personas que no pueden llevar sustento a sus hogares.  Esto sigue golpeando a nuestras familias y es fundamental encontrar caminos que permitan facilitar oportunidades de empleo digno, pues también sabemos que una gran cantidad de personas viven el empleo informal o el subempleo.

Hacia la consolidación de la paz social en nuestro país, requerimos también bajar las cifras de pobreza, la cual afecta a más de un millón de personas.  Sin la posibilidad de que nuestras familias puedan tener trabajo o alimento en sus mesas, no podemos tener paz social.

Mientras reine la desigualdad, que sigue siendo la característica que nos hace liderar con vergüenza en el Continente, no podemos aspirar a pensar que realmente vivimos como hermanos.

La pandemia sigue golpeando y desnudando difíciles realidades de gran cantidad de nuestros compatriotas.  Trabajar por ellos y aspirar a mejorar sus condiciones de modo integral es una tarea que nos compete a todos.

 

Un hogar seguro

 

Seguimos haciendo los esfuerzos necesarios en lograr un ambiente seguro en nuestra Iglesia para los menores de edad y personas mayores en estado de vulnerabilidad.

De ahí que, celebramos el pasado 1º de junio, la II Jornada de Oración por las víctimas de abuso sexual; y, celebramos los días 19 y 26 de julio el Seminario Nacional sobre prevención de abuso sexual en entornos eclesiales.

El esfuerzo en este caminar debemos hacerlo todos:  Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, consagrados y consagradas, fieles laicos y personas de buena voluntad, para renovar la faz de la Iglesia y de la sociedad en general, en favor de la protección de los preferidos de Jesús que son los niños.

«Todo lo que se realice para erradicar la cultura del abuso de nuestras comunidades, sin una participación activa de todos los miembros de la Iglesia, no logrará generar las dinámicas necesarias para una sana y realista transformación», nos reafirma el Papa Francisco en su Carta al Pueblo de Dios, del 20 de agosto de 2018.

De ahí que, como Conferencia Episcopal y desde cada una de nuestras diócesis, seguimos asumiendo con claridad meridiana nuestro firme compromiso de seguir caminando en esa dirección, para que la Iglesia siga siendo un hogar seguro para todos.  Éste es un compromiso que debe cumplir todo ciudadano para el bien de la sociedad, esta lacra debe combatirse de frente.

 

Sentido de la justicia

 

El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 82, nos dice:  «La doctrina social traza los caminos que hay que recorrer para edificar una sociedad reconciliada y armonizada en la justicia y en el amor, que anticipa en la historia, de modo incipiente y prefigurado, los “nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia” (2 P 3,13)».

En ese sentido, vemos con preocupación manifestaciones de violencia y división, incluso crueldad que se manifiesta cada vez con mayor fuerza en las redes sociales. Como familia debemos caminar unidos.

Por años, en medio de la pobreza y la desigualdad, casos de corrupción que afloran en nuestro país han alimentado la sensación de que la ley y la justicia no se aplican de igual manera a unos y a otros.  Esto provoca frustración y enojo que luego aflora de muchas maneras.

Como país, debemos trazar nuevos caminos que construyan esa sociedad en la que expresiones como democracia, libertad, justicia, unidad no sean manoseadas y desfiguradas para utilizarlas como instrumento de dominación (cfr. Papa Francisco, Fratelli tutti, n. 14).

Es hora de que nos veamos de frente como iguales, en una Costa Rica que tiene fresca la celebración del bicentenario de la independencia.  Que nuestra nación pueda ratificar los valores de la solidaridad, el bien común y el estado social de derecho, en el que nadie sea excluido o tratado de manera diferente por su etnia, posición social, credo religioso o cualquier otra condición.

El combate decidido a toda forma de corrupción debe ser la luz que guíe el accionar de todos los que integramos la sociedad costarricense, para transitar por sendas de honestidad, transparencia, responsabilidad e igualdad.

 

Libertad religiosa

 

Recientemente, Mons. Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, visitó Costa Rica con la intención de hablar del Estado laico y la libertad religiosa.

Relegar la vida de fe al ámbito privado implica una fuerte restricción a la libertad de pensamiento, conciencia y religión de los creyentes”, nos decía Monseñor Gallagher, quien nos invitaba a vivir una laicidad positiva.

Su Excelencia fue enfático al decir:  “Debemos hacer los mejores esfuerzos para superar las incomprensiones entre la Iglesia y la autoridad política, cada una, con autonomía, está llamada a servir a la sociedad.  Debemos mirar juntos hacia el futuro y desarrollar modelos de cooperación para servir a los pueblos, especialmente a los más vulnerables”.

Sólo así la familia costarricense podrá salir adelante, cooperando, dándonos la mano unos con otros, entendiendo que cualquier forma de autoridad debe convertirse en servicio.  El Estado y la Iglesia, cada uno en su ámbito específico y en colaboración mutua, debemos seguir buscando la construcción de la sociedad costarricense fraterna, justa y solidaria con la que soñamos todos.

En este mismo sentido, lamentamos la persecución que se levanta contra aquellos que profesan su fe en algunas naciones del mundo, especialmente de nuestro Continente, de manera particular en Centroamérica y muy específicamente en Nicaragua, con cuya Iglesia hermana nos identificamos.  Nos solidarizamos con ellos y oramos para que el Señor de la paz se haga presente y pueda reinar la fraternidad y la armonía para todos.

 

Amor familiar: vocación y camino de santidad

 

Del 22 al 26 de junio se celebró, en Roma, el X Encuentro Mundial de las Familias, cuyo tema fue:  “El amor familiar: vocación y camino de santidad”.

Por causa de la pandemia, el Papa Francisco, de forma inédita, pidió que este Encuentro se celebrara en cada Iglesia particular, de forma multicéntrica para llegar a la mayor cantidad de familias posibles.

El valor de la familia en la sociedad debe ser tomado en cuenta por nuestras autoridades políticas, en procura de generar condiciones que permitan su promoción y desarrollo, así como la formación integral de todos sus miembros.  ¡Sin una familia consolidada no tenemos futuro en la sociedad!

El Papa Francisco, en su homilía del sábado 25 de junio, en el marco de este Encuentro, decía:  “La familia es el lugar del encuentro, del compartir, del salir de sí mismos para acoger a los otros y estar cerca de ellos.  Es el primer lugar donde se aprende a amar.  No os olvidéis nunca de que la familia es el primer lugar donde se aprende a amar. […] Mientras afirmamos la belleza de la familia, sentimos más que nunca que debemos defenderla.  No dejemos que se contamine con los venenos del egoísmo, del individualismo, de la cultura de la indiferencia y de la cultura del descarte, y pierda así su ‘ADN’ que es la acogida y el espíritu de servicio.  Esta es la fisonomía propia de la familia: la acogida, el espíritu de servicio dentro de la familia”.

¡Qué importante que retomemos el valor de la familia en nuestro país, como piedra angular para que la familia pueda ser y estar al servicio de la sociedad!  Es en la familia donde se aprenden los valores humanos y cristianos fundamentales, como son el respeto a la dignidad de la persona, la honestidad, el amor al trabajo, el amor al prójimo y a la paz.  Desde ahí es que se combaten las manifestaciones de violencia ya presentes en los centros educativos, hechos que vemos con profunda preocupación.

 

Sinodalidad

 

Finalizamos haciendo eco de las palabras de Mons. Luis Marín de San Martín, subsecretario de la Secretaría del Sínodo de los Obispos, quien, en los días de la novena preparatoria a la Solemnidad de Nuestra Señora de los Ángeles, presidió el I Congreso de Teología Pastoral en el Santuario Nacional, y en la reciente Asamblea Extraordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano, del 12 al 14 de julio en Bogotá, Colombia, exponía de manera precisa que el proceso sinodal no es un evento o un hecho aislado, sino un proceso que nunca termina, en el cual el Espíritu Santo es el centro y protagonista.

La sinodalidad no es estructural, sino más Cristo y más Iglesia… No es una reforma institucional o estratégica, sino que es descubrir qué nos dice el Espíritu al pueblo de Dios, de ahí la necesidad del silencio, la escucha y la oración”, decía Mons. Luis Marín.

La Iglesia en Costa Rica, desde cada una de sus Diócesis, camina en este proceso de sinodalidad, en comunión con la Iglesia universal. “Caminar juntos -enseña el Papa Francisco- es el camino constitutivo de la Iglesia; la figura que nos permite interpretar la realidad con los ojos y el corazón de Dios; la condición para seguir al Señor Jesús y ser siervos de la vida en este tiempo herido.  Respiración y paso sinodal revelan lo que somos y el dinamismo de comunión que anima nuestras decisiones.  Sólo en este horizonte podemos renovar realmente nuestra pastoral y adecuarla a la misión de la Iglesia en el mundo de hoy; sólo así podemos afrontar la complejidad de este tiempo, agradecidos por el recorrido realizado y decididos a continuarlo […]”. (La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia, Comisión teológica Internacional, 2 de marzo del 2018).

Una vez más, ponemos en manos de Dios a nuestro país, y que, mediante la intercesión de Nuestra Señora de los Ángeles, nos permita él seguir peregrinando como una sola familia en paz y unidad.

En el Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles, a los 11 días del mes de agosto del año del Señor 2022, memoria de Santa Clara de Asís.

 

Obispos de Costa Rica

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