A la 1:00 a.m. suena su teléfono. Despierta y contesta. “Ha muerto mi hijo y no tenemos dinero para enterrarlo”, dice una voz al otro lado de la línea. Chito no tiene un cinco en la bolsa, pero inmediatamente se alista y se va para la Morgue Judicial a recoger el cuerpo, en el camino conseguirá lo que falte. Dios proveerá.
El mismo Chito se encarga de vestir y velar al difunto, luego, preparará la fosa donde descansará ese hermano. “Tratamos que reciba Santa Sepultura”, apunta.
“Es una obra de Dios”, señala reiteradamente Juan Manuel Calderón, “Chito”, un hombre humilde que prefiere mantener un perfil bajo. Sin embargo, ante la insistencia, comparte más detalles.
Durante la entrevista, recuerda que hace muchos años, cuando moría una persona, los vecinos iban por los barrios y las casas, con el fin de recoger dinero para el funeral. Asegura tener muy presente ese recuerdo.
Hace poco más de 10 años, cuenta, Dios puso en su corazón el deseo de servir al prójimo de esta singular forma. “Veía la necesidad de enterrar a las personas que no tenían con qué. Entonces empecé a construir bóvedas, a buscar cajitas y así”, comentó.
Explica que él no pregunta las circunstancias o la manera en que la persona falleció, no le importa si eran criminales o individuos con problemas que nadie quiere enterrar. Chito nada más pide que sean casos de extrema necesidad, en los que los seres queridos carezcan de medios para dar Santa Sepultura a su pariente o cercano.
Detalla también que respeta los diferentes credos y las ceremonias fúnebres que lleven a cabo. Él simplemente cumple con una obra de misericordia: Enterrar a los difuntos. “Usted nos enseñó el amor de Dios”, le dijo un día un pastor evangélico.
Chito forma parte de una obra social conocida como Casa de Oración, ubicada en San Ignacio de Acosta, la cual realiza diferentes actos de caridad, desde entregar diarios de alimento, prestar sillas de ruedas o camas ortopédicas hasta construir casas para personas necesitadas. Todo gracias a la Providencia Divina.
“¿Cómo funciona esta obra? Solo Dios sabe”, comenta Juan “Juancito” Mora, otro de los integrantes, quien a sus casi 96 años continúa sirviendo al prójimo y participando de diferentes proyectos junto a Chito y otros servidores.
Ellos identifican un caso, buscan la manera de ayudar y la misericordia del Señor se manifiesta a través de manos bondadosas. En el caso específico de los difuntos, la obra cuenta con 12 bóvedas, algunas de las cuales disponen de 21 nichos.
Ha habido momentos, en determinadas circunstancias, en los que hasta han adornado de manera hermosa una capilla de velación y han alquilado un autobús para trasladar a los asistentes a las exequias. “Buscamos que puedan despedir dignamente a sus seres queridos”, expresó.
La demanda varía y en ocasiones muy particulares hasta se han trasladado a lugares lejanos de todo el país. Un día, por cierto, Chito preparó un nicho para una bebita de la ciudadela León XIII, en San José, por la mañana, y por la tarde alistó otro para un hombre adulto.
Tanto él como Juancito remarcan que ellos no piden nada a cambio. “Lo importante es amar y servir”, coinciden. “Yo le pido sabiduría a Dios para atender la necesidad de cada quien”, agrega Chito.
Se sienten satisfechos cuando una madre, un hijo o en general un ser querido se acerca, los abraza y les dice: “No tengo cómo pagarle”, “que Dios lo bendiga porque es lo único que puede salir de mí”, “el amor se me sale del corazón”.
El padre Edson Morales, párroco de San Ignacio, manifestó su alegría por la labor que desarrollan estas personas. "El amor y la caridad son el sello del verdadero cristiano. Sé que ese servicio humilde y sencillo de dar sepultura a los difuntos es una de las obras de misericordia corporales y gracias a Dios esta obra ha crecido para honra y gloria del Altísimo. Dios les conceda muchos años sirviendo y amando a Cristo en los más pobres y pequeños", expresó.
Si alguien desea colaborar con esta obra o algún sacerdote quiere ponerse en contacto, puede hacerlo a través del número de teléfono: 8744-5300.
Don Juan Mora (der.) y don Juan Manuel Calderón, “Chito” (izq.), sirven al prójimo y participan de diferentes proyectos junto a otros servidores.
